Si nos leen de vez en cuando, sabrán que Fernando Colina ha sido y es uno de nuestros autores de referencia. Obras como El saber delirante o la reciente Sobre la locura, así como múltiples conferencias en que hemos oído el desarrollo de su pensamiento psiquiátrico han contribuido, en cierta medida, a configurar el nuestro. Digamos también que, por supuesto, no suscribimos dicho pensamiento de forma completa ni mucho menos acrítica: la idea, que repite habitualmente y deudora de planteamientos psicoanalíticos lacanianos, de que el psicótico carece de deseo, nos parece un prejuicio traído a la realidad desde la teoría y que, tal vez, exista sólo en la mente del clínico que así elija verlo. Por nuestra parte, tratamos todos los días con psicóticos cuyo problema no es en absoluto la falta de deseo sino las dificultades (personales, pero en gran parte también sociales) para poder luchar por su realización. O quizás lo que el pensamiento lacaniano entiende por "incapacidad para el deseo" sea, traducido, algo completamente distinto, pero en ese caso nos falta formación en lenguas extranjeras como para penetrar dicho significado.
Volviendo a Colina, también nos parece digno de admiración cómo un pensador cómo él se mantiene en constante evolución, sin afán de permanencia en los territorios teóricos ya conquistados. Una de las ultimas veces que tuvimos la suerte de escucharle fue en 2012 y nos pareció que dejaba un poco a un lado los planteamientos lacanianos más ortodoxos (para escándalo de parte de la audiencia) y se acercaba peligrosamente a Foucault. Sin duda, habrá que seguirle.
Recientemente, Colina publicó la obra Sobre la locura, de la que ya hablamos en estas páginas, y hoy queremos recoger uno de sus capítulos, que nos ha parecido especialmente lúcido (porque, por irónico que resulte, con frecuencia el pensamiento psiquiátrico sobre la locura muestra una lamentable falta de lucidez). Se trata del capítulo titulado Sobre la violencia pero toda la obra es, creemos, imprescindible.
Sobre la violencia
Cuando tratas con la locura es difícil eludir la violencia. Entendida como brazo armado del poder, del que es consustancial, resulta inseparable de todas las prácticas de la profesión. Como violencia física o psíquica, evitable o inevitable, legítima o abusiva, controlada o impulsiva, la clínica se practica en un ambiente de ímpetu y fuerza.
Hay una hipocresía profesional subrepticia instalada en el núcleo de nuestra ocupación. La clínica está contaminada por actitudes crueles. Es su síntoma más pernicioso y, puesto que no podemos erradicarlas, conviene conocerlas lo mejor posible, identificarlas en sus múltiples manifestaciones y tratar de domesticarlas. No debemos trabajar tanto para no cometer intervenciones violentas sino para urbanizar las que inevitablemente vamos a consumar.
La violencia en algunos casos es muy manifiesta, como sucedió durante el tiempo en que primaba la idea de encerrar a los locos. Las condiciones bajo las que eran privados de libertad y amontonados en asilos y manicomios fueron inhumanas y humillantes. Sin embargo, hay otra violencia, sutil pero igualmente nociva, que es más difícil de desenmascarar. Está oculta en la concepción de las enfermedades, en las actitudes terapéuticas y en los tratamientos aplicados.
Pensemos, por ejemplo, en la noción de esquizofrenia como una enfermedad que concluye obligatoriamente en deterioro demencial. La creencia en esta evolución regresiva justifica alguna de las profecías auto cumplidas más escandalosas y dañinas de la psiquiatría. No es infrecuente encontrar en las historias de los viejos manicomios una curiosa correspondencia entre los médicos y los familiares de los enfermos que hoy escandaliza. En las cartas, el psiquiatra venía a decir lo siguiente: "Estimada señora: su hijo va a ser dado de alta próximamente. Padece esquizofrenia. Es probable que dentro de unos meses sufra un segundo brote y un nuevo internamiento. Casi seguro que éste será definitivo y le obligará a su ingreso de por vida. Lamento darle esta noticia". Lógicamente el vaticinio se cumplía. Los padres se mostraban cada vez más pasivos y pesimistas mientras que el enfermo no recibía ninguna ayuda para lograr que el pronóstico fallara en su amarga fantasía. La espera, el tiempo y unas palabras bien dirigidas convertían el presagio en algo cierto. A partir de ese momento las conciencias se tranquilizaban pues no había nada que hacer ante la poderosa naturaleza, y el prestigio del médico crecía en virtud de su agudeza diagnóstica. Todo resultaba coherente, inapelable, científico y veraz. Esta refinada forma de justificar el internamiento indefinido era difícil de superar en su eficacia, mientras que el poder del psiquiatra quedaba reforzado en su competencia técnica y en su delegada función de control social.
Hay otros ejemplos más cercanos que en apariencia son menos bárbaros pero que en el fondo resultan igual de agresivos. Observemos si no el desprecio incrédulo con que algunos profesionales valoran los riesgos que a veces asumen los pacientes, a los que condenan de antemano al fracaso. Unas veces impiden directamente sus inviables o balbucientes proyectos, otras, les basta con embarrar el camino que conduce a su consecución. Reprimen los planes de los enfermos como si cometer errores, sus errores, no fuera en muchas ocasiones el mayor éxito al que puede aspirar un psicótico, como cualquier otro hombre. En vez de encontrar algo positivo en el hecho de comenzar a trabajar aunque sea sin muchas garantías de cumplir con el empleo, de reducir la medicación por su cuenta sin excesivo acierto, de vivir independiente sin medios suficientes o cualquier otra iniciativa que orille nuestros consejos e indicaciones, cortando los proyectos del enfermo bajo la excusa de que pueden resultarle perjudiciales. La coartada de evitar un mal mayor es la más socorrida y con frecuencia la más lesiva. Bajo esta disculpa se somete a los enfermos a una disciplina rígida que anula la voluntad y suprime cualquier aliento.
Consideremos también la violencia indirecta que pueden ejercer sobre los equipos cada uno de sus miembros. A veces los componentes de un grupo son el mayor obstáculo para el tratamiento, que queda desplazado ante los intereses particulares y el entretenimiento proporcionado por las disputas internas. El desprecio al enfermo es el corolario de este regodeo egocéntrico. O, sin llegar a este extremo de rivalidad o lucha expresa, se puede apreciar también de una manera más refinada y astuta. Por ejemplo, en la media sonrisa o en la sonrisa callada que esbozan algunos terapeutas cuando ven fracasar a algún compañero. Máxime si se trata de alguien excesivamente activo e ilusionado que, por la prontitud que demuestra, pone al descubierto su posible pasividad o coloca en entredicho su pesimismo habitual. Es una triste realidad, pero las personas diligentes molestan en los equipos.
Nuestra actitud es una fuente inagotable de violencia difícil de detectar y aún más complicado de criticar o corregir. El distanciamiento indiferente o, su opuesto, el paternalismo excesivo, puede resultar para el psicótico un verdadero estrangulamiento psíquico. Toda falsa autoridad infantiliza al psicótico y lo envuelve en una atmósfera de indulgencia que daña la tolerancia y anuncia la aspiración de dirigir y transformar a nuestro antojo su modo de vida. Intentar ayudarle sin perder de vista en ningún momento el principio de libertad, y además hacerlo desprendidos suficientemente del afán de convertir a alguien o reconducir su vida a todo trance, es una tarea delicada que nos cuestiona de continuo. Amos Oz llegó a escribir que la esencia del fanatismo es tratar de cambiar a los demás. Una advertencia que sirve para recordarnos sin descanso que, poco más o menos, todos tenemos un componente fanático que en nuestras obligaciones con los psicóticos nos tienta de continuo. Una tentación que conviene conocer para evitar que, cuando menos se espera, se convierta en algo luciferino.
Cabe entender el encuentro del terapeuta con el psicótico como una confrontación en torno al gusto de convencer. De un lado, se perfila el enfermo, artífice o víctima - según lo valoremos - de una convicción sin fisuras y, del otro, vela sus armas el terapeuta sumido en un mar de dudas pero convencido de su tarea. La única diferencia no se observa tanto en el contenido de la convicción y en su grado, sino en que al enfermo le importa un bledo lo que piensen los demás sobre su delirio, mientras que el terapeuta siempre cae en la tentación de dar buenas razones y argumentar a troche y moche. Es su derecho, su obligación hasta cierto punto y sin duda su debilidad. Sin embargo, persuadir sólo conduce a la sumisión y al servilismo, a la conciencia alienada y a la sustitución de la verdad por la obediencia.
La clínica es un ejercicio de poder ante el que no podemos batirnos en retirada, pero que sólo alcanza valor terapéutico si trae aparejado un cuestionamiento explícito, una duda que mantenga la conciencia en ascuas para detectar los potenciales abusos que cometemos. Artaud dedicó unas memorables palabras a la oscura violencia que puede esconderse bajo una actitud samaritana: "Se trata de una de esas suaves pláticas de psiquiatra bonachón que parecen inofensivas, pero que dejan en el corazón algo así como la huella de una lengüita negra, la anodina lengüita negra de una salamandra venenosa". Del mismo modo que denunció oportunamente, dañado por la misma ignominia, "los hediondos conciliábulos que se producen entre familiares y médicos".
Desgraciadamente, nuestra tarea clínica no se desarrolla en un ambiente aséptico y recogido, a solas entre el loco y el alienista, sino que siempre se interfieren la familia y la sociedad. Todo cuanto acordamos con el psicótico, de modo explícito o implícito, tenemos que ponerlo luego a prueba en nuestro medio real y someterlo a la sanción o aprobación de los demás. El sistema, la cultura, la familia, las administraciones y el medio institucional condicionan la actividad de un modo decisorio. Nuestra aportación es el resultado de sumar todos esos elementos intentando no añadir más alienación a la que ya hay.
Se ha llegado a afirmar que la violencia es uno de los recursos que tiene el hombre para cerciorarse de que está vivo. De ser así, no es de extrañar que la vitalidad del terapeuta descanse, con más frecuencia de la imprescindible, en defenderse con ella y dejar que aparezca por sorpresa detrás de cualquier esquina. Surge, por ejemplo, tras el poder de nombrar, cuando categoriza o diagnostica en exceso. O, bajo una falsa neutralidad acogedora, si a la vez impone tratamientos que encierran una intimidación desproporcionada. En general, cuanto más impotente se sienta el alienista para rectificar al loco y curar la locura tanto más ideará terapéuticas infames. El epítome de todas ellas es todavía hoy el recurso a la solución del electrochoque. Esa guillotina eléctrica a la que se confía que solucione por sí sola nuestra impotencia, aquello que uno no ha sabido enfrentar o no ha podido soportar. Las indicaciones del electrochoque son el fiel reflejo de una humillación personal que no acertamos a transformar en humildad. Son el heredero de la peor psiquiatría manicomial. De entre las mil maneras que ha ideado la psiquiatría para tapar la boca de los locos, incluso cuando no se aguanta su silencio, la descarga voltaica es la más aparente y representativa para lograr su conformidad.
Recordemos, como ilustración ejemplar de esta exposición, un texto de Foderé que, salvando el contenido y el tono que marca la distancia temporal, revela una actualidad reveladora. En su Tratado del delirio de 1817, escribe: "Un bello físico, es decir, un físico noble y varonil, es quizá, en general, una de las primeras condiciones para tener éxito en nuestra profesión; es sobre todo indispensable junto a los locos para poder imponerse a ellos. Cabellos castaños o blanqueados por la edad, ojos vivos, una compostura fiera, miembros y pecho anunciando la fuerza y la salud, rasgos prominentes, una voz fuerte y expresiva: tales son las formas que en general causan un gran efecto sobre los individuos que se creen por encima de los demás".
Me encanta vuestro blog y también la mayor parte de este capítulo sobre violencia. Comenta de una manera muy descriptiva, como las actitudes de los psiquiatras pueden deforma más o menos inconscientes coartar la libertad personal de los sujetos casi siempre catalogados de "enfermos". También estoy de acuerdo con el autor del blog en cuanto a la ideología de Foucault respecto a la enfermedad mental y la sociedad de la normalización. Lo que me parece INTOLERABLE es lo que se dice en el capítulo de la terapia electroconvulsiva, que sólo puede ser fruto de la ignorancia y los perjuicios del pasado. La terapia electroconvulsiva es un tratamiento utilizado inadecuadamente en el pasado pero actualmente se sabe que es el tratamiento más eficaz cuando las indicaciones y aplicación son adecuadas. Es el tratamiento más eficaz en situaciones urgentes, depresión y catatonia donde en numerosas situaciones hemos visto salvar vidas. Se conocen sus mecanismos subyacentes de acción como la expresión genética de genes regeneradores neuronales entre otros.
ResponderEliminarDra. Paloma FC : sin ánimo de ofender a nadie y entendiendo que quien aplica la terapia electroconvulsiva y, además, da cursos para enseñar la técnica a otros, no pueda sino cantar las excelencias de este tratamiento, me parece que, antes de hablar de ignorancia de quienes se preocupan de actualizar constantemente sus conocimientos leyendo los artículos que van saliendo al respecto (muchas veces haciendo un esfuerzo para traducirlos del inglés, o del italiano, o del francés, como es mi caso) , podría considerar la ignorancia que denota hacer afirmaciones sin ninguna base científica. Es cierto, y lo dijo hasta Basaglia, que en algunos casos la terapia "funciona", pero "funciona" porque, como señala Peter Breggin, causa un deterioro en el cerebro comparable al de un grave trauma cránico. Es evidente que si se pierde la memoria se olvidan los problemas... En cuanto a que se ha utilizado inadecuadamente en el pasado, estoy totalmente de acuerdo con usted, lo cual no quiere decir que en el presente se utilice adecuadamente. Podría ponerle muchos ejemplos de personas que han pasado por esa "experiencia" y preferirían la muerte antes que repetirla.
EliminarNo conozco sus fuentes de información, pero la admiro por saber tanto acerca de los "mecanismos subyacentes de acción"... Debe de ser de las pocas personas en el mundo que conocen dichos mecanismos.
EliminarEn cuanto a "el psicótico carece de deseo", eso ya lo dijo Freud, al afirmar que carecía de libido; que es lo mismo. En el esquizofrénico hay una retirada total del mundo, la libido se retrae totalmente, y ello ocasiona la enfermedad. O, cabría decir, como apuntan los autores, que las dificultades del enfermo, las cuales es incapaz de solucionar, son la causa de la retirada. Ellas tienen que ver con el entorno familiar, pues en él se configura la personalidad.
ResponderEliminarTe copio a continuación el resumen de tres artículos sobre terapia electro convulsiva que recogimos en una entrada previa:
ResponderEliminarEn 2010, la revista Epidemiologia e Psichiatria Sociale, del grupo Cambridge Journals, recogió un artículo de Read y Bentall cuyo objetivo era revisar la literatura sobre la eficacia de la terapia electroconvulsiva (TEC), enfocando particularmente en la depresión, su grupo diana primario. Se buscaron las revisiones y metaanálisis previos en un intento de identificar todos los estudios comparativos entre TEC y TEC-simulada. Dichos estudios controlados con placebo mostraron mínimo apoyo para la efectividad ni con depresión ni con esquizofrenia durante el curso del tratamiento (por ejemplo, sólo para algunos pacientes, o algunas medidas, algunas veces percibidas sólo por psiquiatras pero no por otros evaluadores), y ninguna evidencia, para ningún grupo diagnóstico, de cualquier beneficio más allá del período de tratamiento. No hay ningún estudio controlado con placebo que evalúe la hipótesis de que el TEC previene el suicidio, y ninguna evidencia robusta de otras clases de estudios para apoyar la hipótesis. Los autores concluyen que dada la fuerte evidencia (que resumen en el artículo) de persistente y, para algunos, permanente disfunción cerebral, primariamente evidenciada en forma de amnesia retrógrada y anterógrada, y la evidencia de un ligero pero significativo riesgo incrementado de muerte, el análisis de costo-beneficio para el TEC es tan pobre que su uso no puede ser científicamente justificado. El artículo completo lo pueden leer aquí.
La revista Ethical Human Psychology and Psychiatry, en 2006, publicó un artículo de Ross donde este autor revisaba la bibliografía controlada con placebo sobre terapia electroconvulsiva en depresión. Ningún estudio demostró una diferencia significativa entre TEC real y placebo (TEC simulado) en un mes tras el tratamiento. Muchos estudios fracasaron en encontrar una diferencia entre TEC real y simulada incluso durante el período de tratamiento. Las afirmaciones en los libros de texto y artículos de revisión de que el TEC es efectivo no son consistentes con los datos publicados. Un estudio grande, apropiadamente diseñado, de TEC real versus TEC simulada debería ser emprendido. En ausencia de tal estudio, el consentimiento informado para TEC debería incluir la declaración de que no hay evidencia controlada que demuestre ningún beneficio del TEC en un mes tras el tratamiento. El consentimiento informado debería también declarar que el TEC real es sólo marginalmente más efectivo que el placebo. Pueden encontrar el artículo completo aquí.
En la revista Neuropsychopharmacology se publicó en 2007 un artículo de Sackeim et al sobre los efectos cognitivos de la Terapia Electroconvulsiva en encuadres comunitarios. Los autores señalan que a pesar de la controversia en curso nunca ha habido un estudio prospectivo a gran escala de los efectos cognitivos de la terapia electroconvulsiva (TEC). Se trata de un estudio longitudinal, naturalístico, prospectivo de resultados clínicos y cognitivos en pacientes con depresión mayor. Las medidas de evaluación cognitiva se llevaron a cabo tras la TEC y seis meses después. La onda eléctrica y la colocación de electrodos tuvieron efectos cognitivos marcados. La estimulación con onda senoidal resultó en pronunciado enlentecimiento del tiempo de reacción, tanto inmediatamente como a los seis meses tras el TEC. La TEC bilateral resultó en más grave y persistente amnesia retrógrada que la TEC derecha unilateral. En edad avanzada, la función intelectual premórbida más baja y el género femenino se asociaron con déficits cognitivos más grandes. Así, efectos cognitivos adversos fueron detectados seis meses después del curso del tratamiento agudo. El artículo está disponible aquí.
Irene S.
EliminarGracias, Dr. Valdecasas, por su trabajo. Leo todas sus entradas y creo que este blog es muy necesario para todos aquellos psiquiatras que, considerando a sus pacientes personas dignas de recibir la mejor atención, se esfuerzan por aprender cada día más y no les importa cambiar de opinión cuando hay motivo para hacerlo. Aunque parezca mentira, es escaso el número de psiquiatras que pertenecen a ese grupo. Por desgracia, lo que más abunda es el psiquiatra-inquisidor, que, por muchas pruebas que haya en contra de sus métodos, ellos siguen utilizándolos porque les resulta más cómodo, más lucrativo, les quita responsabilidad... o vaya usted a saber. Hacen daño y lo saben pero saben también que son totalmente impunes. La Psiquiatría no es sino la moderna Inquisición ¿Quién se atrevería a rebelarse contra la Inquisición?
Los artículos sobre el TEC están enlazados al final de esta entrada:
ResponderEliminarhttp://postpsiquiatria.blogspot.com.es/2014/04/diez-articulos-sobre-tratamientos.html
Irene S.
EliminarMe gustaría añadir a su lista algún otro artículo que también he leído y que considero interesante:
La revista "Arch Women's Ment Health" publicó en 2013 un artículo de Karl Ann Leiknes et al., titulado: Electroconvulsive therapy during pregnancy: a systematic review of case studies.
En dicho artículo se afirma que los efectos adversos del electroshock son enormes y llegan casi al 30%, lo cual hecha por tierra eso de que es una "técnica segura y eficaz". Cabría preguntarse, ¿para quién es segura y eficaz? Para el psiquiatra, sin duda, no para el niño que nace con malformaciones, o para el que muere poco después de nacer, o para el que no llega a nacer porque este "acto médico" provoca que su madre lo aborte... Y pensar que en nuestro país, y sin ir más lejos en uno de los blogs que aparecen en su lista, se presenta como una terapia segura también para las mujeres embarazadas (...).
La revista "Brain and Behavior publica en 2012 otro artículo, también de Karl Ann Leiknes et al., titulado "Contemporary use and practice of electroconvulsive therapy". Ahí también se ve cómo España destaca por ser uno de los pocos países europeos en los que aún se aplica sin anestesia, aunque sea en pocos casos.
Otro artículo muy revelador acerca de la seguridad y eficacia de la maravillosa "terapia" electroconvulsiva, y que al estar en español resulta muy fácil de leer, es el titulado:"El tromboembolismo como causa de muerte en pacientes mentales". Autores: Ernesto Barrios Grillo; Sonia Franco Odio; Guillermo Franco Salazar. Revista Psiquiatría.com, 2009. En él, basado en 3193 autopsias realizadas entre 1971 y 2006, se desvela que el electroshock había causado a sus víctimas "fracturas óseas, edema cerebral y pulmonar, hemorragias suprarrenales y corticomeníngeas así como desgarros viscerales". (De nuevo parece una "técnica segura y eficaz").
La TEC se aplica cuando la patología comporta riesgo de muerte y cuando han fallado todas las alternativas medicamentosas y psicoterapeúticas.Con el paciente anestesiado y con los músculos relajados. No siente dolor, no se entera. Como puede constituir una tortura? Si ha sido aplicado sin seguir el protocolo deberían aplicarse las sanciones correspondientes por mala praxis.Francamente no entiendo que magia secreta , o ciencia oculta manejan los que se oponen a todo lo médico. Han visto a un catatónico? han visto a un esquizofrénico que acaba de matar a su madre? han visto a una persona en estado de abandono total desnutrida y vagando en medio de una ruta,perpleja o aterrorizada? a veces creo que los torturadores son ustedes.
EliminarSi, si, oiga,pero algunos mejoran. Pos yas ta¡¡¡¡
ResponderEliminarEn mi experiencia las únicas situaciones en las que se debe considerar el electroshock son los brotes de manía aguda. El electroshock es más efectivo y menos tóxico que las altas dosis de antipsicóticos que se dan en estos casos.
ResponderEliminar"Si, si, oiga,pero algunos mejoran. Pos yas ta¡¡¡¡"
ResponderEliminarClaro, es como el cáncer: nada como cortar para que desaparezca el tumor. El problema es cuando el tumor es cerebral. ¿Cortamos? "Corte, corte. Se morirá, pero no de cáncer" "Pos ya ta¡¡¡¡"
Qué calidad la de ciertos comentarios. Menudo cinismo.
No entiendo a la gente que denostáis las bondades de la TEC. Estoy convencido de que en vuestra vida habéis visto salir a pacientes de depresiones graves, de la inhibición y el negativismo, de la catatonía, para darte las gracias a posteriori de haberles sacado de esa situación de pre muerte en la que se encontraban. Sois unos cínicos, defensores de una pseudo-antipsiquiatría que nada tiene que ver con la que había antes; criticar la TEC tenía sentido en la década de los 50,60,70...ahora con vuestras descacharrantes ideas sois tan anacrónicos como los beatniks o los hippies de Ibiza, generando una mezcla de lástima y vergüenza ajena
ResponderEliminarUsted no se ha leído los artículos que enlaza el Sr. Valdecasas, ¿verdad? Con tal disposición, ¿qué otra cosa puede esperarse que el ataque frontal ad hominem? "Bondades de la TEC". Aplíquensela ustedes, no les jode.
EliminarTuve un psiquiatra que me decía que no entendía por qué me emperraba en sufrir cuando tenía la posibilidad de estar bien tomando pastillas. Luego resulta que los estudios prueban que los fármacos no son más efectivos que el placebo y que toda la teoría biológica para los trastornos mentales es un fraude que se gestó en los altos despachos de Eli Lilly & Co.
Como le decía, aplíquensela ustedes, si tan buena es la tal TEC. Una dosis cada mañana. Panda de subnormales.
https://www.youtube.com/watch?v=r6WXey2b-jA
EliminarPara el anónimo del 3 de octubre de 2014
Eliminar"Paciente diagnosticado de depresión. Se le propone la TEC y la rechaza. No importa. Se le somete a ella varias veces. El paciente sufre como nunca dado que hasta entonces tenía a los médicos en la más alta estima. La tortura tiene lugar en la misma habitación, a manos de un anestesista al que acompaña un enfermero. El anestesista hace su trabajo sin saludar siquiera al paciente, solamente fija en él su mirada siniestra asegurándose de que éste no opone resistencia. Es invierno. Todo tiene lugar antes de amanecer. No hay quirófano cerca ni sala de cuidados intensivos. Al despertar, el paciente se encuentra solo, con una mascarilla de oxígeno y completamente confuso y aterrorizado. Al rato llega un celador y le quita la mascarilla. El trabajo sucio ya está hecho. En esa clínica el psiquiatra solo ordena pero no aparece nunca antes de las once de la mañana. Si el paciente muere nadie se enterará ya que a esa hora todos los pacientes permanecen encerrados con llave en sus habitaciones. El psiquiatra aparece sobre las once de la mañana. El paciente ha perdido la memoria de varios años de su vida". No importa, no se ha muerto y basta, nadie le creerá cuando cuente su "película de terror". De eso ya se encargará ese lobby psiquiátrico que nada tiene que ver con los médicos tradicionales, que salvan vidas de verdad y que nos merecen todo el respeto. ¿Dónde y cuándo situaría usted la acción?... No, se equivoca, no estamos hablando de épocas pasadas o de lugares remotos. Hablamos de la segunda década del siglo XXI, sí, de este siglo. Hablamos de la capital de un país europeo, de una clínica situada en pleno centro de la ciudad, muy cerca de un parque donde juegan los niños y donde últimamente hasta los árboles están enfermos, quizás cansados de ser testigos mudos de tantos abusos como se llevan a cabo en esa clínica desde hace casi cien años.
Sí que me he leído los artículos, y yo podría referenciarle otros tantos y más que dicen lo contrario, y nos quedaríamos como estamos. Donde quiero llegar es a que el TEC es efectivo, y no es un acto de fe, ni es algo en lo que hay que creer, ni es una invención fantasiosa; simplemente es efectivo y punto, y será discutible en qué casos lo es más y en qué casos lo es menos, y si produce más amnesia en tal población o en tal otra, o si cuando el paciente tiene síntomas de tal tipo es correcto o no aplicarlo...pero independientemente de estas disquisiciones más secundarias, el tema fundamental que nos ocupa, si es efectivo, tiene por respuesta un sí rotundo, independientemente de lo que usted opine. Si opina que las estatinas no bajan los triglicéridos me seguirá dando igual porque sí que los bajan. No es un tema opinable, es un tema científico, o es o no es. Yo he salvado vidas con el TEC, he devuelto la dignidad humana a muchos pacientes con este tratamiento, y no voy a dejar de hacerlo porque gente ignorante como usted se empeñen en que deje de hacerlo.
ResponderEliminarY no, no lo hago por capricho, ni recibo comisión por ello, que trabajo para la seguridad social, y aquí no hay comisiones ni nada de eso, lo hago porque es lo mejor para mis pacientes, y es algo que he visto con mis propios ojos, además de leerlo y oírlo, lo he visto, cosa que muchos de ustedes no pueden afirmar, porque no han tratado a pacientes, y hablan con una ligereza pasmosa.
Respecto a lo de que nos apliquemos la TEC en fin... lo que decía, parece que tienen la impresión de que esto es un bizarro capricho de unos cuantos sádicos que se empeñan en torturar a la población; ¿por qué no lo emprenden contra los cardiólogos y su malsana costumbre de meter tubos por las venas de la gente para repermeabilizar sus coronarias tras un IAM? el absurdo para nosotros es de este calibre e incluso mayor cuando hablan sobre la TEC como si fuera Satán
¿Le importaría facilitar las referencias de esos artículos? Gracias!
EliminarYa me gustaría encontrar un artículo que encontrará eficacia del TEC de mantenimiento frente a placebo, pero me temo que tal estudio no existe. Y el TEC agudo tiene una duración de eficacia, cuando lo es, que no llega al mes. Sin olvidar los efectos secundarios cognitivos encontrados en otro estudio que referencié más arriba.
ResponderEliminarLos estudios contra placebo son altamente reprochables.a mi juicio. Presencié y no participé, perdiendo dinero y posibilidad de viajes al exterior.He sido testigo de varios y es una crueldad innecesaria y poco cuestionada.
EliminarPor otra parte, el argumento de "a mí me funciona" es más propio de curanderos que de científicos. Pero si se trata de bajar a la experiencia personal, yo empleé el TEC durante años y para nada tengo esa impresión de utilidad
ResponderEliminarSi tuviera una depresión melancólica resistente a todos los tratamientos y estuviera pensando en matarme , aceptaría el TEC para mi o para algun familiar mío.
EliminarY que podríamos decir entonces de las terapias por el arte, o laborales; los emprendimientos comunitarios etc etc? Trabajo en un centro comunitario que asiste a 80 pacientes. los que participan en la radio, talleres literarios, documentales etc etc son 5 !!! muy publicitados y fotografiados, pero durante años siempre los mismos. Que por otra parte estan en eterno estado de pre-alta.Hay algun estudio científico , aunque sea naturalista sobre estos dispositivos? o es solo una cuestión filosófica, muy respetable por cierto, pero no comprobada.
EliminarAsistí y asisto a una paciente esquizofrénica con rasgos catatónicos , En su última internación recibió TEC.En quirófano , con todos los estudios prequirúrgico y anestesiada. La evolucion fué espectacularmente favorable.No fué necesario repetir en tratamiento. También fué abordad con terapia individual, el servicio social trabajó mucho enh el caso y concurre a un centro cominitario.No me relata ningun sufrimiento relacionado al TEC.Porqué habría que haberla privado de esa oportunidad de tener una vida mas plena?
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