Nuestra entrada de hoy recoge la reseña realizada por nuestro compañero Miguel Hernández González, psiquiatra, sobre la guía Comprender la psicosis y la esquizofrenia (editada por Anne Cooke y disponible aquí). Creemos que, con sus luces y sombras como señala el texto, dicha guía es imprescindible para acercarse con criterio a todo este tema, del que tal vez durante demasiado tiempo hemos creído los profesionales saberlo todo. Esta reseña acaba de ser publicada en la Revista de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y queremos ayudar, en la medida de nuestras posibilidades, a su difusión.
Anne Cooke (Ed.) (2015), Comprender la psicosis y la esquizofrenia. ¿Por qué a veces las personas oyen voces, creen cosas que a otros les parecen extrañas, o parecen estar fuera de la realidad, y qué es lo que puede ayudarles?.
Traducción de Sergio Bilbao Sanz, María Cortina Bermúdez de Castro, Sergio Iribarren Cia, Cristina Juan Llamas, Inés Martínez Ciordia, Sara Pineda Murcia y Miguel A. Valverde Eizaguirre.
Documento disponible en: http://www.infocop.es/pdf/comprenderpsicosis.pdf
Desde que se publicó en el año 2000 un primer
informe titulado “Avances recientes en la
comprensión de la enfermedad mental y las experiencias psicóticas”, se
esperaba la aparición de un texto como éste que propusiera una guía donde se
vertiera la experiencia acumulada en la comprensión de las experiencias psicóticas,
que incluyera más voces que las que proceden del ámbito profesional y de la
neurociencia, que son las que han plagado mayoritariamente los medios
científicos, pero que huyera a la vez de ciertos alternativismos
insensatos. Creemos que estos
objetivos se han conseguido plenamente con este interesante texto. Este informe
cuenta con una pléyade de importantes colaboradores incluyendo el conocido y
polémico Dr. Richard Bentall entre otros. Todos ellos importantes referencias y
con trayectorias profesionales muy largas en el campo de la atención a este
tipo de personas. Los editores advierten que “esta publicación ha sido
producida por la British Society Division of Clinical Psychology –la Sección
de Psicología Clínica de la Sociedad Británica de Psicología– y sólo
representa la visión de los colaboradores expertos de los miembros de esta
división”, aunque ciertamente a lo largo de todo el texto se van incluyendo
otras voces, principalmente la voz de muchas personas que han sido o son
usuarias de los servicios de salud mental, que cuentan en primera persona su
experiencia en relación a cada tema que el libro plantea en cada momento
concreto. También incluye testimonios de profesionales de diferentes áreas
(enfermería, cuidados, educación, etc). Estos testimonios condimentan la
lectura haciéndola mucho más interesante y algunos de estos testimonios son
realmente emocionantes y reveladores. Quienes hemos trabajado con personas que
presentan experiencias psicóticas hemos podido conocer situaciones parecidas
por lo que contar con esas voces en una publicación como ésta provoca gran
satisfacción y tiene un valor instructivo incalculable.
El libro está dividido en cuatro partes en donde se
distribuyen los catorce capítulos. Una primera parte donde se define y explica
el alcance de lo que llamamos psicosis, en la que se hace una descripción de lo
que se denominan experiencias psicóticas, se pone nombre a las distintas formas
en que se le puede presentar a las personas. Se discute el concepto de
enfermedad mental al considerar básicamente que estas experiencias están en un
continuo con la normalidad y que muchas personas a lo largo de su vida
escucharán voces aunque sea de forma puntual en contextos de angustia o gran
estrés, o tenemos creencias más o menos inusuales sostenidas con mucha firmeza.
Enfatiza en el hecho de que muchas de estas personas no sentirán la necesidad
de consultar con un profesional porque no consideran estas experiencias como
perturbadoras e incluso pueden considerarlas positivas. Debido a esto también
se discute la existencia de categorías diagnósticas dada su escasa fiabilidad y
a los efectos estigmatizantes que tienen y el hecho de que, en realidad, no
aportan nada a la explicación del fenómeno. De hecho es asombroso que a pesar
de lo que se ha avanzado desde la epistemología sea necesario todavía declarar
y explicar que las etiquetas son constructos y que darle nombre a algo no
significa que tenga una existencia previa al hecho de nombrarlo. Aclaro que en
el texto dice que el hecho de nombrar algo no lo vuelve real pero en un mundo
postmoderno caracterizado por continuos reformateos y performatividades, decir
real creo que es poco útil (salvo para referirse a lo relativo a la monarquía).
Evaluar el impacto que estas experiencias tienen en las personas también nos
debe orientar hacia la conceptualización de lo que llamamos recuperación
(clínica, personal y social) porque muchas veces los profesionales nos
obcecamos en los síntomas concretos (clínico), abusando de un enfoque
farmacológico y desdeñamos otros niveles como que las personas sean capaces de
dar un sentido, con significado, a la experiencia e integrarlas de forma que
permitan ser respetadas por los demás (personal), o el de ocupar un rol
satisfactorio dentro de su comunidad (social). Esta forma de pensar nos
permite, en el ámbito profesional, centrarnos en la dirección de “estar mejor”,
un estar mejor en el que la principal voz debería ser la de la propia persona
afectada y la de sus familias.
La siguiente sección tiene que ver con las teorías
que explicarían por qué se llega a experimentar este tipo de situaciones.
Empieza dando una orientación básica desde la biología pero desde una perspectiva
critica, reconociendo que cualquier experiencia humana tiene un correlato
biológico, si admitimos la visión materialista de que probablemente no exista
nada sustancialmente no biológico en nuestra existencia. Sin embargo, este
correlato será probablemente muy complejo, al menos más complejo que el simple
fallo de dopamina o cualquier otra sustancia del cerebro, pero que el nivel de
consolidación que estas hipótesis han alcanzado y que las eleva a categoría de
Verdad no se justifica en los datos que la investigación independiente aporta.
La influencia de factores como la pobreza, la desigualdad y las situaciones de
desventaja social, las relaciones y la existencia de acontecimientos vitales
significativos y/o traum áticos, como factores que influyen de
forma marcada está bien recogida en la investigación y juegan un papel crucial
en las teorías psicológicas sobre el origen del fenómeno.
El tercer gran bloque inicia la parte de las
propuestas, donde este informe hace las aportaciones principales y más útiles,
siempre aceptando que es una aproximación sin la intención de convertirse en un
manual. Empieza con el tema de la formulación. En efecto nuestro estilo clínico
de “exploración psicopatológica” conduce a una comprensión nosológica del
problema mientras que una formulación compartida, distinta, que huya de la
fenomenología o del alienismo nos conduce a lugares totalmente distintos. Entre
las aportaciones más importantes, incluso políticamente, está el poner negro
sobre blanco la importancia de los procesos de ayuda al margen del ámbito
profesional: grupos de iguales, grupos de familias, de autoayuda y
asociacionismo, las escuelas de recuperación, etc., como métodos al menos tan
válidos como los clínicos para la ayuda a las personas que la precisan. Existen
muchos testimonios muy apasionantes en este sentido, muy lejos de lo que se
podría considerar terapia.
El informe también da un sitio a la terapia
psicológica haciendo una descripción somera de los diferentes modelos y
abordajes y también de la medicación, a la que concede un papel, aunque
manteniendo, en nuestra opinión, una sana actitud critica que se fundamenta en
los datos que aporta la investigación independiente y que se implementaría en:
intentar la menor dosis posible, el menor tiempo posible y acordándolo con la
persona, teniendo en cuenta sus necesidades y deseos. Se exponen los pilares
del llamado modelo de la recuperación que se basa en reducir el estrés y ayudar
a las personas a tener el tipo de vida que elijan, independientemente de las
experiencias que tengan. Se basaría principalmente en: asegurar las necesidades
básicas, apoyo emocional, facilitar la incorporación al trabajo, ayuda para la
organización y motivación, etc. Muchos de estas cosas pueden proveerse por
parte de los servicios comunitarios y de los propios grupos de iguales, aunque
el informe reconoce la importancia de los profesionales en muchas de estas
intervenciones. En la última sección se proponen una serie de planes para hacer
algo diferente desde los servicios de salud mental. Lo principal de esta
propuesta es un cambio en el marco referencial, dado que el área ha sido
suficientemente cuestionada como para pensar que sólo existe una visión de lo
que sucede, se hace necesario dejar de exigir a las personas que piden ayuda
que acepten el nuestro como el marco de referencia “verdadero”. Este cambio
exige dejar de tratar a las personas como portadoras de una Enfermedad y por
tanto a las profesionales como curadoras de esa enfermedad, seríamos más bien
personas especializadas en ayudar y apoyar a personas que presentan un
sufrimiento que puede ser comprendido. En el texto de describe de forma
totalmente clara: “La salud mental es un campo
cuestionado. Las experiencias que a veces se denominan enfermedades mentales,
como la esquizofrenia o la psicosis, son muy reales. Pueden causar sufrimiento
extremo y ofrecer ayuda y apoyo es un servicio público esencial. Sabemos algo
sobre el tipo de cosas que pueden contribuir a estas experiencias o cómo pueden
causar sufrimiento. Sin embargo, las causas de las dificultades concretas son
siempre complejas. Nuestro saber sobre lo que ha podido contribuir, y lo que
podría ayudar, es siempre provisional. Los profesionales debemos respetar y
trabajar con las propias ideas que las personas tienen sobre lo que ha
contribuido a sus problemas. Algunas personas ven útil pensar en sus problemas
como una enfermedad, pero otras no. Los profesionales no debemos promover
ninguna perspectiva, ni sugerir que un tipo de ayuda, como la medicación o la
terapia psicológica, es útil para todas. En vez de ello tenemos que apoyar a
las personas de forma que encuentren lo más útil para ellas, y reconocer que
algunas personas conseguirán un apoyo parcial o total desde fuera del sistema
de salud mental”.
Esta crítica
del modelo médico que se hace en el informe, a lo largo de todo el informe, me parece, sin embargo, que confunde
modelo médico con modelo DE LOS médicos. El modelo médico es el que se basa en
la secuencia: anamnesis-evaluación-diagnóstico-tratamiento, una secuencia
perfectamente aplicable a la terapia cognitivo conductual (el enfoque
claramente predominante en todo el informe), al menos en sus formulaciones
clásicas. Actualmente los modelos llamados de tercera generación han
descubierto la postmodernidad y empiezan a incluir ideas como:
construccionismo, poder, la voz del otro, lo narrativo, la realidad como
consenso, lo comunitario, etc. Dudo que estas nuevas formulaciones cuenten con
el respaldo tan firme de la ciencia positiva. Por ejemplo en la página 47 se
afirma literalmente: “más o menos en los últimos 15
años hemos descubierto mucho más del papel que pueden jugar los acontecimientos
vitales en muchas personas, en particular la pobreza y el trauma”. Nos parece que el psicoanálisis, Rogers, Laing, Haley y otros muchos
posteriormente hablaron de estas cosas hace bastante más de 15 años. No sólo
esto, el modelo médico incluye también criterios de normalidad, cosa que
también ha hecho la psicología clásicamente (y si me apuran hasta los talleres
de automoción).
El ultimo capitulo introduce algunos aspectos interesantes de prevención y
de “salud pública” que incluyen el que haya buenos trabajos, buenos colegios,
bienestar social como medida importante para mejorar la salud mental y prevenir
la existencia de problemas.
El informe termina con un utilísimo repertorio de libros, artículos, webs y
otros recursos de interés que incluyen las de muchas asociaciones de
familiares, autoayuda, etc. Aprovecho para agradecer al equipo traductor que
incluye en este apéndice numerosos recursos en español. Además a lo largo del
informe también se introducen algunas correcciones necesarias porque algunas
cosas (pocas) son distintas en nuestro país.
En resumen el informe supone un importante avance,
le da voz a las personas que tienen estas experiencias, le da el valor que
estas tienen para cada una de ellas, las que consideran que estas experiencias
les resultan creativas y positivas y las que se muestran muy perturbadas por
ellas, dando sitio a los ámbitos profesionales pero también y principalmente a
las asociaciones y grupos de afectados. Imprescindible la lectura y el análisis
sosegado de este magnífico texto que espero que sea seguido de otros trabajos
similares que abunden en los diferentes aspectos y que permitan una mejor
organización de la salud mental y unos servicios ajustados a las necesidades de
las personas.
Personalmente creo que ésta reseña deja mucho que desear, y desde mi punto de vista es todo un festival de palmadas en el hombro dentro del sector profesional.
ResponderEliminarCuando surgen iniciativas "alternativas" en esto de la salud mental suele faltar una falta tanto de crítica por parte de lxs que leemos los textos como de autocrítica por quien lo escribe. El texto "comprender la psicosis y la esquizofrenia" es una muestra mas de ello.. pues deja todo lo político de lado, de hecho solo se comentan "los factores políticos" en el final del librito. Hay una tendencia a individualizar el sufrimiento y para colmo "darle voz a lxs diagnosticadxs". ¿Acaso no tenemos nosotrxs mismxs nuestra propia voz?.
Yo me pregunto.. ¿cuáles son los alternativismos insensatos? Pienso que las alternativas suelen ser insensatas porque no van al problema de raíz, porque no se suele morder la mano del que te da de comer, y eso ocurre con la profesionalización en la salud mental Estatal. Y claro, lxs que tocamos el timbre entonces somos lxs "radicales" porque no vamos al son de lo "alternativo", pero es que encima lo alternativo es insensato! Esto ya es el colmo de los colmos..
Desde la Asociación Española de Neuropsiquiatría se despide un tufo progre bastante evidente y este texto lo corrobora.