domingo, 5 de octubre de 2014

Comentario a "Sobre la violencia" de Fernando Colina (por Mariano Almudévar)


Hemos recibido un comentario amplio a la entrada previa dedicada al texto de Fernando Colina titulado Sobre la violencia, que por su interés hemos decidido publicar íntegramente a continuación. Su autor es el psiquiatra Mariano Almúdevar, que ya escribió un trabajo completísimo sobre el TDAH que publicamos previamente. Sin más dilación, las palabras del Dr. Almudévar:



                                    Comentario a “Sobre la violencia” de Fernando Colina.


¿Qué se quiere decir con eso de “…urbanizar las intervenciones violentas que inevitablemente vamos a cometer”? ¿Me pierdo la ironía? En cuanto a la “….falsa autoridad que infantiliza al paciente”, estoy de acuerdo con esa descripción y sugiero que hay que aprender del paciente (Casement) pero tal infantilización no tiene como único origen al psiquiatra, siendo muchas veces el paciente mismo una fuente indispensable. Y podríamos debatir varios puntos del hilo, algunos con antecedentes hasta en san Pablo o san Agustín, pero creo que hay que ser más factual y poner el foco en lo que es urgente.

Los psiquiatras están “in business” para abordar dos tipos de demandas: el sufrimiento subjetivo del paciente y el control de conductas problemáticas, demandado generalmente por terceros agentes: familiares, docentes, psicólogos, policía, monitores y educadores, etc.

En cuanto a la primera demanda creo yo que tiene demasiado protagonismo en la crítica psiquiátrica actual. El boom de los diagnósticos psiquiátricos, el uso de antidepresivos que no se sabe ni siquiera si lo son (Healy), su tolerancia y cosas por el estilo, nos deberían preocupar en cuanto al tema del engaño, un engaño por cierto con varios actores y direcciones fuera de la consulta,  pero no en cuanto al de la violencia. La gran mayoría de los pacientes pueden hoy en día informarse, y debatir con el médico y si no lo hacen es por razones que van más allá de la “autoridad falsa” del psiquiatra; para empezar son médicos de familia y pediatras los que más y más están tejiendo está maraña. El uso de psicofármacos, que son drogas legales, no es más que un aspecto regulado de un fenómeno más amplio: la intolerancia al sufrimiento ordinario, la alienación y el fracaso y la incapacidad de la comunidad para ofrecer apoyos adecuados. Esa intolerancia y esa incapacidad son explotadas por el corporatismo rentista (Stiglitz) especialmente de las farmacéuticas, que conforma la demanda y controla la oferta, con “productos” globales y masificados de alta rentabilidad: las drogas legales. La decadencia de la fe religiosa y de la confianza en la política son factores importantes en todo esto. Se podría hablar de medicina basura como de cyberbasura o telebasura.

La violencia real está principalmente en la otra demanda, en el “tratamiento” de conductas excluyentes con “prácticas restrictivas” que en el caso de la medicina tienen como principal, pero no única herramienta, los psicofármacos. En El País del 28- sept- 2014, Antoni Bulbena dice que la gran paradoja del presente boom diagnóstico es que “…hay enfermos con verdaderas enfermedades mentales que ni siquiera están tratados…” No me diga dr Bulbena…. ¿está usted refiriéndose a lo que Allen Frances (un insigne DSM cuatrista) también llama  en el mismo número de El País, “trastornos mentales severos y persistentes” (subrayado mío). Esto es mercadotecnia disfrazada. Detrás del mea culpa de Frances, están las contradicciones de las prácticas presentes a las que en buena medida actividades como las suyas nos han llevado: epidemias de trastornos reconocidos e inventos de otros nuevos con impactos importantes sobre presupuestos, aumento significativo de registros por discapacidad, privatizaciones, fracaso estrepitoso del DSM para la psiquiatría traslational, pérdida del papel exclusivo de los psiquiatras en el proceso prescriptivo, escándalos y multas astronómicas como los de Biederman,  Omnicare, Johnson & Johnson, GSK  etc. Pero hay que mantener vivo a Wernicke,  hay que mantener la FE en enfermedades mentales graves que son anatómicamente localizables, persistentes pero tratables y es allí donde hay que dar más caña (vide el hilo anterior sobre Gøtzsche, nº 9).

El absurdo y costoso abuso de la polifarmacia, las exhortaciones,  desde los altos niveles del aparat psiquiátrico, de que se debe ser más prudente con los antipsicóticos incluso en fase aguda y las señales de que pueden ser funcionalmente dañinos a medio plazo (Harrow); los estudios sobre volumen cerebral (Andreassen), mortalidad (Joukammaa), síndromes extrapiramidales con atípicos (Scott C Woods), fracaso de las “community orders” (Burns), peores resultados en adaptación social y laboral a más de dos años (Wunderink), inferioridad al placebo en “conductas desafiantes” de discapacitados (Tyrer),  evolución de la psicosis en diferentes culturas (OMS, Sartorius), trastornos metabólicos y hormonales, comiciales y cardíacos, asfixias letales y SNMs, son sólo un insignificante manojo de prédicas que no hacen dudar a Bulbena y Frances en sus tóxicas afirmaciones, ocultas bajo una interesada crítica del boom diagnóstico. Es legítimo sospechar que de una u otra forma esos dos, están metidos en la mercadotecnia de la violencia psiquiátrica que sabemos ha usado a los más vulnerables como cuñas para abrir mercados.  La realidad es que todo tipo de medicaciones se dan en todo tipo de trastornos graves o leves, reales o imaginarios. El modelo de prescripción basado en la “enfermedad”,  criticado por Moncrieff, es más una plataforma de avance que una práctica que se pueda hoy tomar en serio; la serotonina y la depresión, la dopamina y la psicosis son hoy leyendas urbanas (Psychiatric Times) y para los que aún crean en ellas, allí tienen la co-morbidad para echar una mano con hipos-, hipers- y dis- , de varios neuro-trasmisores, aquí y allí, al levantarse o al irse a la cama.

Pero incluso los afectados de psicosis, pueden tirar la medicación a la basura y lo hacen con mucha frecuencia (CATIE) y los niños diagnosticados de TDAH tienen padres que pueden, y deberían, defender los intereses de su salud e imagen. Los principales objetivos de la violencia psiquiátrica son aquéllos que no tienen esas posibilidades: los discapacitados intelectuales incluidos los afectados de autismo clásico, los mayores con demencia y los menores en acogida. Pocas dudas puede haber con respecto al origen orgánico de los dos primeros o a la anormalidad de entornos en caso de los últimos. Y quizá sea por eso, por la ausencia de debate “ontológico” sobre lo funcional y lo orgánico o similar, y que estos pacientes no nos abastecen a primera vista con material para nuestras dudas “existenciales”  a las que tan adictos somos, por lo que han sido y son de escaso interés a la psiquiatría crítica. Con ello, esa psiquiatría también ignora a Freud, el neurólogo, y Kanner el pediatra/internista, un doble error.

Y sin embargo esos grupos de afectados son las más indefensas víctimas de una violencia muy real que incluye discapacidades añadidas, tortura, enfermedades reales y muertes. Hoy, esto, está pasando y se puede ver, constatar y verificar. El rack o potro de tortura actual, no desarticula los miembros sino los circuitos mesolímbicos y hormonales. Las consecuencias de la hiperprolactinemia en jóvenes con escasa capacidad de comunicación, o la akatisia añadida a la segregación o a la contención mecánica, ¿no son formas de tortura horribles, hoy, aquí, en esos pacientes? Peor aún, porque esto se hace sin objetivos concretos, sin conocimientos o seguimientos adecuados y sin resultados demostrables, sin posibilidad, en fin de retracción o de una ejecución rápida. Es la “chemical cosh”, la porra química del mercafascismo. El programa  de eutanasia nazi no fue tan cruel como esta “violencia urbanizada” (¿). Lejos del dictum de Pinel, que lo más difícil en psiquiatría era observar y no hacer nada, hoy sin observar y  hasta por teléfono se puede hacer mucho daño sin dejar huellas.

Hay que abrir caminos de rigor y esperanza: La vuelta al uso de diagnósticos jerárquicos y a la fenomenología clínica, los seguimientos activos, las restricciones rigurosas en el uso de de antipsicóticos y de la polifarmacia, la formación ecléctica, la búsqueda de fármacos tranquilizantes menos tóxicos y sobre todo la implementación de la Convención de 2008 (España), particularmente en el derecho al consentimiento informado para estas personas, derecho hoy groseramente ignorado, y el desarrollo de servicios humanos específicos en sus  objetivos pero no en su definición profesional y así lejos de las rivalidades y complicidades que llevan años plagando a las profesiones de salud mental, con mucha más eficiencia para los beneficios de las farmacéuticas y algunos de sus operativos, no sólo psiquiatras, que eficacia para aliviar, sin dañar o torturar, los problemas que crean las conductas de pacientes y afectados. Pero seamos realistas, la oposición es muy poderosa, sofisticada y está por todas partes, si no estamos muy alerta, bien informados y decididos, estará  en nosotros mismos.


Mariano Almudévar

Huesca 2 Octubre 2014



12 comentarios:

  1. "Pero tal infantilización no tiene como único origen al psiquiatra, siendo muchas veces el paciente mismo una fuente indispensable". ¡Bingo! Eso se denomina transferencia y los facultativos deberían saberlo, si no fuera porque no disponen de la menor formación en lo que realmente deberían estar formados. En ese supuesto, el facultativo detectaría la proyección y se encargaría de ir, poco a poco, desenmarañándola.

    Nadie dijo que la psicoterapia fuera fácil. Comparado con la prescripción de venenos, algunos se descorazonarían a la primera de cambio. Yo animaría a todos aquellos psiquiatras con incapacidad para la empatía, la inteligencia, la comprensión, el espíritu científico e investigador, que dejaran de una vez de sodomizar a neuróticos y psicóticos y, por ejemplo, abrieran una panadería o una floristería. Nos saldría más a cuenta a todos.

    ResponderEliminar
  2. Al menos, un anónimo de la entrada anterior ha sido sincero. Que las terapias biológicas en psiquiatría no son inocuas ni a veces demasiado elegantes lo sabemos todos. Demasiada gente ajena al problema es muy sensible con este tema. El psicótico se empecina en su error porque no quiere asumir que es una identidad intermedia, que nació muy a su pesar condicionado (mientras todos esos seres que habitan una realidad imperfecta, tantas veces hosca, y a la que tanto se deplora, vinieron al mundo completos). Sin embargo, tratarse, más tarde o más temprano, todo depende de lo que estés dispuesto a sufrir o destruir, no puede ser una opción para un médico. Por eso, aunque prefiera hablar de conspiracionismo, esencialismo y catastrofismo que de verdadero cinismo y mala fe, tengo mis dudas de esta psiquiatría crítica no sea realmente consciente de ser reaccionaria y antimoderna. Yo también prefiero verla patética, ingenua como el hippie de toda la vida.

    ResponderEliminar
  3. Tiempos aquellos en que la transferencia te hacía soñar con la mujer del analista; o con su pipa. En el presente zeitgheist tenemos la comida rápida, el café instantáneo, las pirulas happy y la transferencia bingo.

    Pero el escrito no trata de poner el foco en estos temas, en ese grupo de pacientes, al contrario. Habla de la violencia real, presente, una violencia que es mucho más el producto de las fantasías doctrinales e interesadas de los profesionales de varias marcas, que de las que puedan tener, y esto es dudoso, esos pacientes y asistidos que denominados graves, severos etc.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me parece hilarante, si no de juzgado de guardia, que estos llamados 'psiquiatras' no tengan el más mínimo conocimiento de uno de los procesos más básicos en el entorno terapéutico. Da que pensar. Si no es que ello puede también considerarse violencia, el culpar al paciente de sus proyecciones inconscientes. Que sería como culparle por la rapidez de los latidos de su corazón. ¡Ea, echándole la culpa al paciente! No me imagino a un mecánico de coches quejándose de un recambio de neumáticos.

      Pero si queremos violencia de la buena, el pasado viernes fui a recoger mi ejemplar de 'Toxic Psychiatry', de Peter Breggin, en una librería de mi ciudad natal. Cito, de un libro que tiene 19 años más que el 'Anatomy of an Epidemic' de Whitaker, para que quede patente la inercia que lleva este gremio de eruditos. (La cita hace referencia a la ECT; pg 184):

      "As a neurologist and electroencephalographer, I have seen many patients after ECT, and I have no doubt that ECT produces effects identical to those of a head injury. After multiple sessions of ECT, a patient has symptoms identical to those of a retired, punch-drunk boxer... After a few sessions of ECT the symptoms are those of a moderate cerebral contusion, and further enthusiastic use of ECT may result in the patient functioning at a subhuman level. Electroconvulsive therapy in effect may be defined as a controlled type of brain damage produced by electrical means" -- Sidney Samant, MC, Clinical Psychiatry News, March 1983.

      Por cierto, si el Sr. Valdecasas dispone de capital para montar una editorial (que no lo dudo, teniendo en cuenta que mi último psiquiatra, ex-jefe del dpto. de Psiquiatría de Sant Rafael, está cobrando 100 euros por media hora en su consulta privada -¡hablemos de narcisismo!), me ofrezco para la traducción de las dos obras citadas más el "Psychotherapy of Schizophrenia, the treatment of choice" de B. Karon, que también pedí junto al libro de Breggin. (Cobrando, eh, cobrando). Ahí queda.

      Eliminar
    2. Ni tenemos consulta privada ni nuestros sueldos (disminuidos y congelados hace ya años) nos permiten exceso alguno, ni editorial ni de ningún tipo. Si desea, no obstante, hacer alguna traducción de un capítulo de dichas obras que le parezca relevante, podríamos valorar publicarlo en el blog (gratis, por supuesto, igual que nosotros). Ahí queda.

      Eliminar
    3. Parece pues que se cumple aquello que uno sólo encuentra honradez en la modestia. Debe ser uno, que ha tenido la mala suerte de irse a topar con auténticos diablos (avaros y sádicos). Si descubriera algo en esos libros de especial relevancia quizás me animara, aunque hace ya un tiempo que vengo subtitulando vídeos en mi canal de youtube (https://www.youtube.com/user/myreddays/), de los que pueden disponer a placer, ustedes y los lectores. Hay cinco vídeos de Breggin, una conferencia de Whitaker de hora y pico, y un vídeo de Karon de unos diez minutitos. Algunos enlaces los he publicado en posts anteriores, que me gusta hacerme pesado. Está también Colin Ross, al que usted recientemente citaba en relación a la TEC. Subtitulo gratis, por supuesto, igual que la mayoría que divulgamos en la red.

      Eliminar
    4. Comparto su preocupación, Dr. Almudévar, los autistas son uno de los blancos preferidos de la "sinrazón" de muchos psiquiatras. En el último Congreso Mundial de Psiquiatría, celebrado recientemente en Madrid, se hablo de utilizar la terapia electroconvulsiva en autistas, por si no tuviesen bastante con el Risperdal. Pero los autistas, los ancianos y los discapacitados no son los únicos que corren peligro. Cualquier adulto, incluso con depresión reactiva, puede ser una víctima, me consta, y ser obligado a tomar dosis masivas de psicofármacos e incluso ser agredido con el electroshock sin su consentimiento. Y, sobre todo, en España. Tenemos datos que lo demuestran.

      Eliminar
  4. anon. 12 de Octubre. No se trata de que el paciente tenga o no la culpa de sus proyecciones, se trata de que son eso, SUS proyecciones.
    anon 17 Octubre. No lo dudo, pero se trata de que en cierta medida el papel de victima incluso en la depresión severa es entendible y negociable algo que no ocurre en las poblaciones a las que yo me refiero.

    ResponderEliminar
  5. Anon 17 Oct.

    Quizá esto explique mejor lo que quiero decir cuando apunto a que creo que la estrategia de la psiquiatría crítica debe poner otros focos: Los servicios sociales de Michigan pidiendo al juez y consiguiendo que un equipo SWAT de la policía con armas de asalto e incluido un tanque y un helicóptero, sitiara el hogar de sra Godboldo para poner a su hija en "acogida" y continuar con la administración de un antipsicótico, risperidona, a lo que ella se negaba. Y no es que la sra Godboldo negara que hubiera problemas o que no pidiera ayuda, sino mas bien que los servicios sociales decidieron, con apoyo médico claro, que la manera de abordar esos problemas era drogar a la niña: Los efectos de tal droga incluían "reacciones adversas" que a la madre no le parecían un buena terapia, y por lo tanto discontinuó la droga y pidió otro tipo de ayuda..

    http://www.cchrint.org/2013/04/23/modern-day-heroes-detroit-mother-maryanne-godboldo-attorney-allison-folmar/

    El caso Godboldo es un ejemplo muy dramático y americano de lo que está pasando con una de esas poblaciones super-vulnerables, los menores en acogida, pero hay muchos ejemplos de lo que creo que debería ser el principal foco de la crítica. Estudios en USA, aquí no hacemos eso somos muy listos y nuestros fiscales aun lo son más, indican que a los menores en acogida se les prescriben antipsicóticos, dependiendo del estado, hasta seis veces la cifra de la población normal. Las cifras en enfermos de Alzheimer y discapacitados intelectuales son aun más alarmantes. Y por allí vamos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Anónimo 17_

      He leído lo del caso Godboldo. Es impresionante por el despliegue de medios pero, por si alguien aún no lo sabe, aquí pasa lo mismo; la única diferencia es que no se hace público y, de esta manera, es como si no ocurriese. No sé qué será peor.

      Me pregunto si algún día habrá alguien que encuentre una forma de terminar con todo este horror. Da la impresión de que, en una sociedad que tiene cada vez más licenciados universitarios, lo que empieza a faltar es el "sentido común". Resulta paradójico y tremendamente inquietante que justo los psiquiatras, los psicólogos, los educadores sociales, los maestros, los asistentes sociales y todos los que deberían proteger a los niños sean, en muchos casos, los que más daño les causen, los que destruyan su infancia y su futuro. Para quien esté interesado en esta temática, me gustaría recomendar un libro de Simonetta Agnello Hornby que se titula "There's Nothing Wrong With Lucy". La escritora es una siciliana que vive en Londres y que ha trabajado durante más de treinta años como abogada de familia en el barrio londinense de Brixton. La historia, basada en hechos reales, da una idea de cómo la actuación irresponsable y la mediocridad de ciertos "profesionales" pueden arruinar la vida de una familia normal hasta convertirla en una pesadilla. Está traducido al español con el título "Entre la bruma", Tusquets Editores.

      Eliminar
    2. Estupenda lectura gracias. Trabajé bastante en esos temas y hasta viví al lado de Brixton algunos años. Muy verosímil, así eran, y veo que son, las cosas excepto que yo no me encontré con un "bueno" como el abogado Stephen, pero si con algunos síndromes del pequeño Nicolas, como la dra Cliff. Aquí claro, más de estos.
      El tema es complejo pero parece ser que el apilamiento de profesionales y las privatizaciones no han mejorado el asunto en absoluto. La colonización del dolor y la miseria continúa en aumento. Una causa inicial podría ser el abandono al principio de los 80, del "case work" por los servicios sociales en favor de una burocracia defensiva y policial que ha producido desastre tras desastre: abuso sistémico en residencias de menores, Cleveland, anillos satánicos hasta Jimmy Saville and co. Claro que el abuso sexual y la respuesta de prensa y administración a el, es un deporte nacional en le R.U como aquí la corrupción.
      Aquí en estos temas se lleva más la evasión y la proyección y la trapaza profesional. Por ejemplo se rechaza o se acosa al discapacitado en la escuela, se niega esto, la dirección o el psicólogo denuncia a los servicios sociales y manda al pediatra o psiquiatra para que recete y así se demuestra la negligencia de los padres y/o la enfermedad del afectado. Hay muchas maneras de corrupción al menos siete como los pecados capitales.

      Eliminar
  6. Gracias anon 17, buscaré el libro.

    ResponderEliminar