Hemos hecho referencia en algunas entradas previas (aquí y aquí) a la ventaja que supone disponer de formulaciones genéricas de los fármacos que usamos, al ser más baratos (con el ahorro que ello supone para el sistema público) mientras que aportan la misma eficacia y seguridad que los originales. La cuestión es la duda que muchos profesionales tienen en torno a la tristemente famosa cuestión del 20%... Hace tiempo que, gracias a la información que nos suministra la industria a traves de la visita médica (qué haríamos nosotros sin tan desinteresada y útil formación científica) "sabemos" que los genéricos pueden variar hasta en un +/- 20% en cantidad de principio activo respecto a las moléculas de marca... Lógicamente, no prescribimos genéricos preocupados por el bienestar de nuestros pacientes ante tal variación de dosis...
El único "pero" es, simplemente, que es mentira. Este argumento es tan falso como un billete de seis euros (o como un psicofármaco sin efectos secundarios). Los estudios de bioequivalencia que se hacen y son aprobados por las autoridades sanitarias (las mismas que aprueban o no los fármacos de marca), permiten una variación del 20% en unos parámetros farmacológicos (la explicación completa y detallada viene en los enlaces que pondremos a continuación) lo que, precisamente, implica que la cantidad de principio activo sea la misma, para obtener la misma eficacia y seguridad.
Es más, son los mismos estudios de bioequivalencia los que sirven para aprobar distintas presentaciones de fármacos de marca, sin tener que repetir todos los estudios de eficacia y tolerabilidad previos. Es decir, cuando Lilly saca su olanzapina bucodispersable (zyprexa velotab) lo hace con estudios de bioequivalencia respecto a la olanzapina en comprimidos. Si hemos estado años mandando el velotab como antes mandábamos el comprimido, ¿por qué no queremos recetar el genérico, en base a los mismos principios de bioequivalencia?. Cuando Janssen saca la risperidona (risperdal) en comprimidos, la usamos y vemos que funciona y ,a continuación, en base a estudios de bioequivalencia, el laboratorio va ofreciendo distintas presentaciones: en solución, bucodispersable... Y las prescribimos sin temor alguno. Pero cuando llega la hora de mandar un genérico de risperidona, ya no nos fiamos de los mismos estudios de equivalencia que sirvieron para asegurarnos que la solución o la presentación flas eran bioequivalentes con la original.
Obviamente, no pretendemos que nadie confíe en los genéricos porque nosotros lo digamos. Pero el caso es que no lo decimos sólo nosotros. Diversas administraciones públicas de salud así lo atestiguan con total claridad en diversos documentos fácilmente accesibles en internet para quien quiera verlos. En dichos documentos se aporta además la explicación farmacológica completa del dichoso 20% y por qué no supone diferencia alguna en eficacia sino que, por el contrario, fármacos genéricos y marcas originales pueden considerarse equivalentes en lo referente a eficacia y seguridad.
Así lo dice el Servicio Cántabro de Salud, el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza), el Servicio Canario de la Salud y el Servicio de Farmacia del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
Un estudio publicado en 2004 con 5.000 genéricos no encontró ningún caso de fallo terapéutico o toxicidad que pudiera atribuirse a la bioequivalencia respecto de los fármacos de referencia (Pearce GA, McLachlan AS, Ramzan I, "Bioequivalence: how, why, and what does it really mean?", J Pharm Pract Res, 2004; 34: 195-200).
¿Dónde queda pues la duda? ¿Por qué estamos razonablemente seguros de que, a pesar de esta información que creemos clara, muchos compañeros seguirán dudando de los genéricos? ¿Por qué esta duda seguirá costando millones de euros a los sistemas públicos de salud sin aportar beneficio extra alguno a los pacientes? Pues porque mantener tal duda tiene la ventaja (más o menos inconsciente) de seguir recetando la marca por un "porsiacaso" absurdo, lo que conlleva el efecto colateral de seguir manteniendo "buen rollito" con el representante del laboratorio de turno (cuando aún los recibíamos, hubo quien nos dijo: "sé que tú eres de los que seguirán mandando la marca", pero se equivocaron), con lo cual uno mantiene las múltiples ventajas a nivel de financiación de formación, viajes, comidas de trabajo, etc. Ventajas todas ellas de las que nosotros nos aprovechamos en el pasado pero a las que hemos renunciado ya. Hay por ahí quien nos acusa de habernos beneficiado antes de prebendas de la industria, como señalando que por ello no podemos salirnos ahora del sistema. Pues bien, también tuvimos otras parejas antes, y no por ello seguimos con ellas porque una vez estuvimos. También usamos pañales de pequeños, pero ahora preferimos no mancharnos de mierda.
Hay que considerar, que todos los estudios de bioequivalencia no tienen nunca en cuenta la pureza de la sustancia farmacológica a investigar, mediante Test Chromotophraphic Purity por el método HPLC (Performance Liquid Chromatographic Method) para valorar la pureza de un principio activo, y más concretamente , para determinar las sustancias relacionadas. En el lenguaje de la industria farmacéutica, el término (related substances) "sustancias relacionadas", abarca las impurezas relacionadas con el producto (productos intermedios de la síntesis, subproductos o productos de degradación) o relacionadas con el proceso de fabricación (por ejemplo, solventes residuales). El ensayo de sustancias relacionadas forma parte de los ensayos descritos en las monografías de las diversas farmacopeas. Para cada sustancia farmacéutica, la monografía correspondiente especifica el método que debe emplearse para determinar las sustancias relacionadas correspondientes y los límites máximos aceptables de las diversas impurezas. En este caso particular, el método empleado es la cromatografía de líquidos de alta resolución (HPLC), nombrado anteriormente.
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