viernes, 21 de enero de 2011

Avances médicos con intereses ocultos (EL PAÍS dixit)

Hace ya algún tiempo leímos en el diario EL PAÍS un artículo escrito por la Defensora del lector Milagros Pérez Oliva. Es ésta una sección semanal del periódico, que recoge críticas o sugerencias de los lectores sobre el mismo diario. Reconocemos que nos gusta leerla habitualmente y la que recogemos ahora en esta entrada nos impresionó como sin duda os hará a vosotros si llegáis hasta el final (ya sabemos que las entradas son largas, qué le vamos a hacer…). Aunque por desgracia y como hemos dicho otras veces, nos impresionó pero no nos sorprendió… Andamos ya curados de espantos…

Tenemos en la recámara entradas pendientes de publicación sobre la psicosis única de Bartolomé Llopis, sobre la ética en la filosofía estoica y su relación con el psicoanálisis lacaniano o sobre la definición conceptual de delirio, desde un análisis deconstructivo de la misma según los parámetros del DSM-IV… Y os juramos que es verdad.

Pero recordamos un antiguo chiste de Mafalda, en la que se le veía a ella (¿o sería Miguelito?) preguntando a un obrero que trabajaba en un agujero en el suelo: ¿busca usted la felicidad? Y él respondía: No, cariño, un escape de gas… Mafalda (definitivamente, era ella) se alejaba pensando: como siempre, lo urgente no deja tiempo para lo importante. Y eso nos pasa a nosotros, que cierta asfixia que venimos sintiendo por la presencia constante de la industria farmacéutica y sus adláteres en nuestro entorno laboral nos hace sentir la necesidad de entradas como ésta, aunque las otras quedarían mucho más chulas (de todas maneras, acabarán cayendo si no nos hackean antes la página del blog…).

Y a continuación, el artículo de Mercedes Pérez Oliva, que vale mucho la pena:

Con frecuencia llegan a las redacciones estudios y datos aparentemente rigurosos y fiables que, sin embargo, pueden inducir a engaño a los lectores o esconder intereses publicitarios o comerciales. Descubrirlos y evitarlos es un deber del periodismo riguroso. Quienes, siendo médicos o pacientes, han de lidiar con el dolor crónico, debieron sentir un gran alivio al leer que "en el último Congreso Europeo del Dolor, celebrado en Lisboa, se presentó tapentadol (...), el primer analgésico que aparece en 25 años de una nueva generación que marcará un antes y un después", y que "los expertos aseguraron en Lisboa que se inicia una nueva era en el manejo difícil del dolor agudo y crónico". Lo afirmaba Mayka Sánchez, colaboradora de EL PAÍS para temas de salud, en el reportaje "El dolor como quinto signo vital", publicado el 22 de diciembre en Sociedad. En el mismo se describía una situación lamentable: "A pesar de que nueve millones de españoles sufren dolor crónico, sólo el 10% de los facultativos de atención primaria emplean escalas de medición para su mejor abordaje terapéutico, un problema que provoca que hasta en la mitad de los casos, ese dolor pueda llegar a ser un síntoma mal tratado". La conclusión era clara: la mayoría de los médicos no actúan correctamente y la mayoría de los pacientes están mal tratados. Para paliar esa situación había surgido la Plataforma sin Dolor, una iniciativa cuyo objetivo era "sensibilizar" a los médicos y a la sociedad de que "con los avances de la medicina, el dolor puede y debe controlarse".

Varios médicos llamaron a la Defensora para quejarse de que se diera tan mala imagen de su trabajo sin citar el origen de la estadística. Pero uno de ellos, Enrique Gavilán, de Plasencia, observó algo más: "He estado buscando en la principal base de datos de estudios científicos, la librería PubMed de Estados Unidos, he analizado los estudios que se han publicado sobre este nuevo medicamento y, créame, los resultados muestran que no es muy superior al placebo y en todo caso es muy similar en cuanto a eficacia respecto de otros de los que hay mucha más experiencia clínica y cuyo precio, sospecho, será muy inferior". En su escrito a la Defensora pide que investigue si se trata de un caso de publicidad encubierta y conflicto de intereses.

Mayka Sánchez aclara que los datos están extraídos de la Guía de Buena Práctica Clínica en Dolor y que su valoración del tapentadol se basa en las declaraciones que hizo Anthony Dickenson, uno de los especialistas que ha participado en los ensayos clínicos, en el congreso de la Asociación Europa para el Estudio del Dolor, celebrado en Lisboa, al que ella asistió. El fármaco, dice, está avalado por "177 artículos, publicados en revistas y congresos internacionales", todos ellos dotados de "un comité editorial y científico que vela por la veracidad, objetividad y calidad de los trabajos presentados".Para Mayka Sánchez, la sospecha de publicidad encubierta a la que se refiere el doctor Gavilán "es una opinión muy subjetiva y sin base en el texto publicado", ya que, dice, se limita a hablar de una de las moléculas presentadas en Lisboa, sin mencionar su nombre comercial. A la Defensora, esta explicación no le parece suficiente. Todos los estudios sobre nuevos fármacos, incluidos los que cita Mayka Sánchez sobre el tapentadol, están financiados por los laboratorios productores y a veces también los congresos en los que se presentan. Sobre los sesgos en la investigación clínica y la publicación de sus resultados existe una amplia literatura científica. La labor de un periodista es verificar la información y evitar los sesgos de parte que pueda contener.

¿Estaba justificado presentar este fármaco como un medicamento que marca "un antes y un después" o "una nueva era" en el tratamiento del dolor? Para aclararlo he consultado a los catedráticos Xavier Carner, presidente del Comité de Evaluación de Medicamentos de la Agencia Española del Medicamento, y a Rafael Maldonado, investigador de la Universidad Pompeu Fabra que trabaja para los Institutos Nacionales de Salud de EE UU. Ninguno de los dos considera que el fármaco sea una gran novedad. Ni siquiera el laboratorio que lo produce va tan lejos como Mayka Sánchez. En la nota de prensa con que lo presentó en junio afirma que "muestra una eficacia comparable a los opioides clásicos" aunque ofrece "un perfil de tolerabilidad más favorable". Y tampoco es una novedad: tiene el mismo mecanismo de acción que el tramadol, del mismo laboratorio.

Pero no hay sólo un problema de exageración. La forma en que se presenta la información justifica las sospechas del doctor Gavilán, pues se disimula que todo el contenido procede de una única fuente, y se omite revelar que esa fuente es, en última instancia, el laboratorio productor del fármaco. Cita a la Fundación Grünenthal como impulsora de la Plataforma sin Dolor, pero no aclara que ésta pertenece al laboratorio Grünenthal Pharma, especializado en terapias analgésicas, que es quien financia la plataforma y la campaña de medición del dolor. El reportaje tampoco aclara que el fármaco que presenta como revolucionario pertenece a ese laboratorio. Sólo los lectores que ya conozcan a ese laboratorio pueden adivinar la relación.

La información sigue peligrosamente el esquema de las nuevas estrategias que la industria farmacéutica emplea para promover la prescripción de sus fármacos, una vez erradicados los escandalosos incentivos con que premiaban a los médicos. De hecho, los médicos no son ya el único objetivo de los departamentos de mercadotecnia de los laboratorios. Ahora tratan de influir sobre la prescripción a través de los propios pacientes. Esa estrategia consiste en hacer emerger (a veces incluso crear) un problema de salud, movilizando a especialistas de prestigio y si es posible, pacientes, con el objetivo de "sensibilizar" sobre el problema para el cual tienen la solución.

Dada la suspicacia con que es recibida la información procedente de la industria, ésta se ha visto obligada a buscar formas indirectas y de mayor autoridad para vehicular su actividad. Para ello han creado fundaciones y plataformas teóricamente independientes y sin ánimo de lucro, integradas por académicos y especialistas, pero financiadas por la propia industria.

Todo ello está presente en este caso. El reportaje comienza describiendo el grave problema del dolor, basado en estudios financiados por la industria; presenta a continuación a la plataforma que va a luchar contra esta lacra, sin decir que está promovida y financiada por el laboratorio, y acaba informando de un fármaco que presenta como revolucionario, sin decir que es del mismo laboratorio.  Para mayor abundamiento, el titular del reportaje coincide con el eslogan central de la campaña financiada por Grünenthal. Y ni siquiera es una información novedosa, pues la propia Mayka Sánchez había publicado tres meses antes el mismo tema en El País Semanal. Lo único nuevo era la referencia al fármaco. El reportaje cita el congreso de Lisboa pero no menciona que Mayka Sánchez viajo a la capital lusa invitada por el laboratorio. El Libro de Estilo de EL PAÍS establece al respecto: "El periódico, como norma general, no acepta invitaciones para elaborar informaciones. Las excepciones habrán de autorizarse expresamente por la Dirección. En las informaciones hechas tras aceptar una invitación, se hará constar que el viaje ha sido patrocinado".

Sobre todo ello, la subdirectora responsable de Sociedad, Berna González Harbour, afirma: "El periódico es cada día el objetivo de una ingente marea de informes y estudios, muchos de ellos de parte, cargados de conclusiones a primera vista interesantes pero que pierden su legitimidad en cuanto se comprueba el interés de su propio promotor. Nuestra tarea es analizar, distinguir y someter todo ello al máximo escrutinio, y filtrar y publicar sólo aquello que está verdaderamente contrastado y que es de interés objetivo para nuestros lectores. Los controles no han funcionado en este caso y pedimos disculpas. Ese artículo es un ejemplo de lo que no debemos hacer".

Hasta aquí el artículo, la negrita es nuestra, el arrepentimiento y las disculpas son del periódico y la necesidad de reflexionar, creemos, es de todos...



10 comentarios:

  1. Es reconfortante que El País, que de un tiempo acá sea cada vez más sospechoso de ser un mostruo mediático con sus propios intereses empresariales (restándole objetividad) mantenga gente tan concienzuda como esta defensora; bravo por ella sobre todo, porque se lo ha trabajado...
    Un aspecto interesante es la mención a cómo la presión del marketing se traslada cada vez más a los pacientes: ¡qué brillante! (y qué perro). En este sentido, una entrada (cortita) del blog de Dan Ariely al respecto (Medical Gray Zones http://danariely.com/2011/01/05/medical-gray-zones/).

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  2. Completamente de acuerdo con Mafalda, lo urgente nos resta lo importante y pese que creo que, el tema expuesto es de pleno interes, conozco a los autores del blog y creo que serian dignos maestros para explicar cosas mas interesantes como la psicosis única y la filosofia estoica, pero seguir denunciando muchachos aunque recordad que hay gente que ansiamos y necesitamos mas y sabemos que podeis proporcionarlo

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  3. No puedo añadir nada. Como diria José Mota, reconocido experto mundial a la hora de tratar una gran variedad de males humanos, "me quedo como con recochura, que no llega a ser ansia viva, de darle una patada en el culo a ciertos personajes....".
    Saludos

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  4. Gustavo, gracias por la visita y me alegro de que gustara la entrada. Realmente, el trabajo de la Defensora del Lector de EL PAÍS en el artículo es impresionante por lo concienzudo, profesional y valiente de su actitud. Ojalá en nuestro propio entorno sanitario tuviéramos más actitudes similares.

    Un saludo.

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  5. mun14: creo que sé quién eres (vamos, casi seguro) aunque no me cuadra mucho cómo hoy has podido mandar el comentario. No suspires por esas entradas anunciadas, que irán saliendo poco a poco... Pero avisamos: son densas. Parafraseando cierta forma de hablar de Miguel que recuerdo de hace años: son densas, interesantes, pero densas...

    Un abrazo.

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  6. Jesús, gracias por tu presencia. Es agradable ver cómo un medio de comunicación con el impacto de EL PAÍS se hace eco de preocupaciones y denuncias acerca de temas que suelen ocupar nuestras entradas.

    Un abrazo.

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  7. Hay algo al principio que puede pasar inadvertido: la suposicion de que los pacientes no medidos no estan bien tratados.
    Es la continua insistencia en medir y medir, se sepa o no que hacer luego con los datos.
    No siempre el paciente bien "medido" es el mejor entendido ni mejor tratado. Incluso no infrecuentemente sucede lo contrario.
    La tecnologia electronica mas sofisticada actualmente (por ejemplo, japonesa) se basa en la logica fuzzi (traducida como borrosa o difusa) en la cual no todo es blanco o negro ni todo se mide con el cero o el uno de la logica binaria.
    En resumen, medir no es sinonimo de tratar y ni siquiera es sinonimo de medir bien la variabilidad del sujeto. Las mediciones no son el unico metodo cientifico.

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  8. Héctor, estoy totalmente de acuerdo contigo. La obsesión con la medición, en nuestra disciplina, supongo que tiene algo que ver con el vértigo de trabajar con la incertidumbre de la locura y el deseo, que, casi por definición son no susceptibles de medición desde el punto de vista empírico.

    En fin, nos horroriza ser considerados chamanes y queremos aspirar a ser más científicos que nadie con lo que, a veces, ahogamos a los pacientes entre escalas y escalas (de cuya validez y fiablidad podría discutirse mucho), sin pararnos a escuchar lo que quieren, o pueden, decir...

    Un abrazo.

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  9. Sé que no va al hilo, pero no he visto ningún correo donde mandároslo ¿Os animáis a contestar las preguntas de Psiquiatría del MIR en este proyecto ?

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  10. Dra Jomeini, muy interesante lo de la idea de las Preguntas MIR del enlace que mandaste. Ya nos apuntamos.

    Por cierto, genial tu blog.

    Saludos.

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