martes, 24 de mayo de 2011

Teoría de los ídolos (de ayer y de hoy)

Francis Bacon (1561-1626) fue un filósofo ingles que destacó por su preocupación acerca de la influencia de los descubrimientos científicos sobre la vida humana. Una idea atravesó toda su vida, que ahora probablemente nos pareciera obvia pero que, en su época, era una absoluta novedad: consistía en creer que el saber debía llevar sus resultados a la práctica, la ciencia debía ser aplicable a la industria, los hombres tenían el deber sagrado de organizarse para mejorar y transformar sus condiciones de vida. Bacon defendió la necesidad de un nuevo método científico, basado en inducciones estrictamente sujetas a la experiencia y deducciones controladas de forma experimental. Un método científico para una nueva ciencia, colaborativa, lejos de la especulación filosófica antigua y del pensamiento mágico. Un método científico que, aunque todavía muy necesitado de perfeccionamiento, había de señalar un camino a seguir.

Para Bacon, el avance científico requería como condición previa indispensable el liberarse de los ídolos o falsas nociones que ocupaban el intelecto humano. En su teoría de los ídolos, describe nuestro autor magistralmente distintos tipos de prejuicios humanos que dificultan, si no impiden, la adquisición de conocimiento, o bien lo enturbian, haciéndolo inútil para el progreso y bienestar humano. Vamos a continuación a recoger dicha teoría siquiendo literalmente el texto Historia del Pensamiento Filosófico y Científico tomo II, de Reale y Antiseri. Dejaremos en letra cursiva lo que corrasponda a  citas textuales de Bacon.

"Los ídolos y las nociones falsas que han invadido el intelecto humano, echando profundas raíces, no sólo bloquean la mente humana de un modo que dificulta el acceso a la verdad, sino que, aunque tal acceso pudiese producirse, continuarían perjudicándonos incluso durante el proceso de instauración de las ciencias, si los hombres, teniéndolo en cuenta, no se decidiesen a combatirlos con todo el denuedo posible. Por lo tanto, la primera función de la teoría de los ídolos consiste en hacer que los hombres tomen conciencia de aquellas nociones falsas que entorpecen su mente y que les impiden el camino hacia la verdad. En pocas palabras, descubrir dónde están los ídolos es el primer paso que hay que dar para poder desembarazarse de ellos. ¿Cuáles son estos ídolos? Bacon responde en estos términos a dicho interrogante: La mente humana se ve sitiada por cuatro géneros de ídolos. Con un objetivo didáctico, los denominaremos respectivamente ídolos de la tribu, ídolos de la cueva, ídolos del foro e ídolos del teatro. Sin ninguna duda, el medio más seguro para expulsar y mantener alejados los ídolos de la mente humana consiste en llenarla con axiomas y conceptos producidos a través del método correcto que es la verdadera inducción. Sin embargo, descubrir cuáles son los ídolos representa ya un gran beneficio.

1) Los ídolos de la tribu ("idola tribus") están fundamentados en la misma naturaleza humana [...]. El intelecto humano es como un espejo desigual con respecto a los rayos de las cosas; mezcla su propia naturaleza con la de las cosas, que deforma y transfigura. Por ejemplo, el intelecto humano por su estructura misma se ve empujado a suponer que en las cosas existe un mayor orden que el que poseen en realidad. El intelecto [...] se imagina paralelismos, correspondencias y relaciones que en realidad no existen [...]. Más aún: El intelecto humano, cuando encuentra una noción que lo satisface porque la considera verdadera o porque es convincente y agradable, lleva todo lo demás a legitimarla y a coincidir con ella. Y aunque sea mayor la fuerza o la cantidad de las instancias contrarias, se las menosprecia sin tenerlas en cuenta, o se las confunde a través de intenciones y se las rechaza, con perjuicio grave y dañoso, para mantener intacta la autoridad de sus primeras afirmaciones. En pocas palabras: el intelecto humano tiene el vicio que hoy calificaríamos como errónea tendencia verificacionista, opuesta a la adecuada actitud falsacionista, para la cual, si se quiere que haya progreso científico, hay que estar dispuestos a descartar una hipótesis, una conjetura o una teoría siempre que se hallen hechos contrarios a ella. Sin embargo, las perniciosas tendencias del intelecto no se limitan a suponer unas relaciones y un orden de los que carece este complejo mundo, sino que tampoco tienen en cuenta los casos contrarios. El intelecto se ve llevado asimismo a atribuir con superficialidad aquellas cualidades que posee una cosa que le ha impresionado con profundidad a otros objetos que, en cambio, no las poseen. En definitiva, el intelecto humano no sólo es luz intelectual, sino que padece el influjo de la voluntad y de los afectos, y esto hace que las ciencias sean como se quiera. Ello sucede porque el hombre cree que es verdad aquello que prefiere y rechaza las cosas difíciles debido a su poca paciencia para investigar; evita la realidad pura y simple, porque deprime sus esperanzas; substituye por supersticiones las supremas verdades de la naturaleza; la luz de la experiencia, por la soberbia y la vanagloria [...]; las paradojas las elimina, para ajustarse a la opinión del vulgo; y de modos muy numerosos y a menudo imperceptibles, el sentimiento penetra en el intelecto y lo corrompe. [...] El intelecto humano, por su propia naturaleza, tiende a las abstracciones, e imagina que es estable aquello que, en cambio, es mutable. Éstos son, por consiguiente, los ídolos de la tribu.

2) Los ídolos de la cueva ("idola specus") proceden del sujeto individual. Cada uno de nosotros, además de las aberraciones propias del género humano, posee una cueva o gruta particular, en la que se dispersa y se corrompe la luz de la naturaleza; esto sucede a causa de la propia e individual naturaleza de cada uno; a causa de su educación y de la conversación con los demás, o debido a los libros que lee o a la autoridad de aquéllos a quienes admira u honra; o a causa de la diversidad de las impresiones, según que éstas se encuentren con que el ánimo está ocupado por preconceptos, o bien se encuentra desocupado y tranquilo. El espíritu de los individuos es diverso y mudable, y resulta casi fortuito. Por ello, escribe Bacon, Heráclito no se equivocaba al afirmar "Los hombres van a buscar las ciencias en sus pequeños mundos, no en el mundo más grande, idéntico para todos". Los ídolos de la cueva, por lo tanto, tienen [...] su origen en la naturaleza específica del alma y del cuerpo del individuo, de la educación y de los hábitos de éste, o de otros azares fortuitos. Puede suceder, por ejemplo, que algunos se aficionen a sus especulaciones particulares porque se crean autores o descubridores de ellas, o porque hayan colocado en ellas todo su ingenio y se hallan acostumbrados a ellas. También es posible que, basándose en un trozo de saber construido por ellos, lleguen a extrapolarlo, proponiendo sistemas filosóficos completamente fantásticos [...]. De igual modo, los alquimistas construyeron una filosofía natural del todo fantástica, y de un alcance mínimo, porque se encuentra fundada en unos cuantos experimentos de laboratorio. Asimismo, hay otros que se ven dominados por la admiración hacia la antigüedad, y otros, por el amor y el atractivo de la novedad; escasos son los que se arriesgan a defender un camino intermedio, sin despreciar lo que haya de adecuado en la doctrina de los antiguos, sin condenar lo que los modernos hayan acertadamente descubierto.

3) Los ídolos del foro o del mercado ("idola fori"). Bacon escribe: También hay ídolos que dependen, por así decirlo, de un contacto o del recíproco contacto entre los integrantes del género humano: los llamamos ídolos del foro, refiriéndonos al comercio y a la relación entre los hombres. En realidad la vinculación entre los hombres tiene lugar a través del habla , pero los nombres se imponen a las cosas de acuerdo con la comprensión del vulgo, y esta deforme e inadecuada adjudicación de nombres es suficiente para conmocionar extraordinariamente el intelecto.  Para recuperar la relación natural entre el intelecto y las cosas, tampoco sirven todas aquellas definiciones y explicaciones que a menudo emplean los sabios para precaverse y defenderse en ciertos casos. En otras palabras, Bacon parece excluir lo que hoy llamamos "hipótesis ad hoc", hipótesis elaboradas e introducidas en las teorías en peligro, con el único propósito de salvarlas de la crítica y de la refutación. En cualquier caso, dice Bacon, las palabras ejercen una gran violencia al intelecto y perturban los razonamientos, arrastrando a los hombres a innumerables controversias y consideraciones vanas. En opinión de Bacon, los ídolos del foro son los más molestos de todos porque se insinúan ante el intelecto mediante el acuerdo de las palabras; pero también sucede que las palabras se retuercen y reflejan su fuerza sobre el intelecto, lo cual convierte en sofísticas e inactivas la filosofía y las ciencias. Los ídolos que penetran en el intelecto a través de las palabras son de dos clases: se trata de nombres de cosas inexistentes [...], o bien son nombres de cosas que existen, pero confusos e indeterminados, y abstraídos de manera impropia de las cosas.

4) Los ídolos del teatro ("idola theatri") entraron en el ánimo de los hombres por obra de las diversas doctrinas filosóficas y a causa de las pésimas reglas de demostración. Bacon les llama ídolos del teatro porque considera todos los sistemas filosóficos que han sido acogidos o elaborados como otras tantas fábulas aptas para ser representadas en un escenario y útiles para construir mundos de ficción y de teatro. No sólo hallamos fábulas en las filosofías actuales o en las sectas filosóficas antiguas , sino también en muchos principios y axiomas de las ciencias que fueron afirmados por tradición, fe ciega y descuido."

Hasta aquí el texto de Reale y Antiseri, que tan adecuadamente recoge las palabras y el pensamiento de Bacon. Sólo nos queda decir que, a lo largo de todo el escrito, nos ha parecido notar más que coincidencias entre los prejuicios a que se enfrentaba la naciente ciencia moderna en el siglo XVII y los que padece nuestra pobre psiquiatría del siglo XXI. O a lo mejor tales parecidos no son más que producto de nuestros propios ídolos...

También resaltar que Bacon vio el inicio de la era industrial, con un sistema capitalista todavía incipiente. En nuestra sociedad, con el capitalismo plenamente triunfante, tal vez nuestro filósofo habría pensado en añadir un quinto grupo de ídolos y llamarlo, por ejemplo, los ídolos del capital, como aquel conjunto de ideas, tópicos y lugares comunes no demostrados, pero capaces de ignorar pruebas contrarias, olvidar datos incómodos, proporcionar comodidad sin par mientras uno es sobornado de forma apenas disimulada... Todo ello con tal de que los fabricantes de dichos ídolos puedan aumentar sin fin su cuenta de resultados mientras nosotros, pobres mortales que seguimos adorándolos y ofreciéndoles nuestra ética en sacrificio, vemos cómo nos bajan la paga, despiden a nuestros compañeros, nos dejan menos tiempo para atender a nuestros cada vez más numerosos pacientes... Y, a pesar de todo ello, el déficit del estado para el que se supone trabajamos galopa, espoleado por nuestras recetas ciegas ante toda evidencia científica independiente, hacia el abismo...

Nosotros también estamos más que indignados. 

5 comentarios:

  1. Hola amigo.
    Me sorprende que Sir Bacon no cite como IDOLO a la RELIGION, una de las severas barreras al progreso científico. Quizás no he sabido comprender el mensaje.
    Dr Romà Massot

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. HOLA AMIGO. veo que no crees en DIOS, en lo que te ha dado la vida y el aire para respirar, no seas incrédulo, del polvo eres y al polvo te convertirás, sal de tu ignorancia y abre mas tu mente y tu corazón para aceptar que necesitamos de lo espiritual y de la ciencia, debemos trabajar para complementarnos en este espacio que tenemos.
      solo para que pueda ampliar mas tu conocimiento y dejar de criticar, disculpe: esto se hace solo por ignorancia.

      Eliminar
    2. hola amigo. que tristeza la forma que te dirige hacia la religión, crees que el aire que respiras no es mediante la gracia de Dios y del amor que te tiene?
      se critica a la religión cuando hay ignorancia en la fe, debemos progresar en la fe y en la ciencia, debemos complementar nuestra vida, la formación debe ser integral. si estas en la filosofía ahí dice que somos cuerpo y alma....
      perdón por la respuesta pero me parece que debes crecer en la apertura a lo diferente...

      Eliminar
    3. No todos necesitamos creer que hay alguien superior que nos dio la vida, para dar sentido a nuestra existencia. A mi no me vale que me digan que las cosas son porque sí, los dogmas de fe, se quedan para otros. Mientras más avanzan las sociedades en el conocimiento más desnudas se quedan las religiones. Los hombres primitivos creían en los dioses para explicar lo que su entendimiento no llegaba a comprender. Así existía un dios del volcán que cuando se enfadaba escupías fuego, o un dios de la lluvia que cuando estaba enojado o los dejaba morirse de sed o los ahogaba con inundaciones. O un dios sol, luna, roca, árbol, etc. El miedo a lo que no se conoce y la dejación de la responsabilidades individuales es lo que conduce a necesitar un ser superior al que obedecer y al que dejar en sus manos el devenir nuestro. La religión se ha utilizado para que las sociedades hicieran lo que algunos pocos querían dictando mandamientos divinos, para que fueran cumplidos por los demás, pero no por los dirigentes religiosos, ellos como todos los que mandan tenían bulas.

      Eliminar
  2. Sería una excelente idea que los MIR y PIR tuvieran én el pensum temas de filosofía, en especial para que no se olviden de esta forma de pensar, de interrogarse sobre la vida, el ser humano y la mente desde otra perspectiva que no sea la del cerebro solamente.
    Felicitaciones por las entradas de filosofía (también la de los estoicos)

    ResponderEliminar