miércoles, 1 de marzo de 2023

Antidepresivos: dudas sobre eficacia y posibles riesgos. Artículos científicos publicados en 2021 y 2022.


En abril de 2021, publicamos una entrada sobre el mismo tema que nos ocupa hoy: los antidepresivos y las dudas sobre su eficacia y potenciales riesgos. En aquella ocasión, presentamos artículos recogidos en la literatura científica hasta diciembre de 2020. Como el asunto está en primer plano de actualidad, no solo a nivel profesional sino también en la opinión pública, hemos creído oportuno revisar el tema y hemos encontrado varios artículos publicados en 2021 y 2022, con hallazgos que no parecen apoyar lo que durante mucho tiempo ha podido ser un uso excesivo de unas medicaciones que no parecen ser ni tan efectivas ni tan seguras como durante mucho tiempo nos contaron, nos creímos y repetimos profusamente.

Esta entrada está a su vez motivada por tres cuestiones que en estos últimos meses nos han llamado la atención. En primer lugar, un grupo de investigadores ingleses, encabezados por la psiquiatra Joanna Moncrieff ha continuado investigando, desde la independencia de la industria farmacéutica, sobre estos y otros psicofármacos. Destaca de este grupo la publicación reciente de un artículo que parece haber puesto el último clavo en el ataúd de la hipótesis serotoninérgica de la depresión, que durante años paseó por los servicios y departamentos de psiquiatría, siendo ampliamente difundida entre la opinión pública y llegando a impregnar de forma no menor nuestra cultura. Parece haberse demostrado lo que, a decir verdad, siempre debimos tener claro: que tal hipótesis nunca había sido demostrada y no era otra cosa que un eficaz mecanismo de marketing para afianzar el paradigma biologicista en psiquiatría, los beneficios de la industria farmacéutica y el prestigio de muchos profesionales colaboradores. Ahora que la hipótesis ha caído, nos encontramos con que muchos de los supuestos grandes profesionales que la apoyaron salen con aseveraciones pintorescas, como que la hipótesis siempre fue una metáfora, o que realmente están implicados mecanismos de neurotransmisión más complejos, o que el estudio de Moncrieff es erróneo, o que el hecho de que la hipótesis sea falsa no importa porque los antidepresivos funcionan (cosa a su vez más que discutible viendo los resultados de estudios independientes).

El segundo punto que nos ha empujado a volver sobre este tema han sido unas declaraciones del psiquiatra Celso Arango en un artículo del periódico elDiario.es sobre los antidepresivos, que recogemos textualmente:

Es importante aclarar que los antidepresivos y los antipsicóticos no producen dependencia, ni tolerancia, ni síndrome de abstinencia. En el caso de las benzodiazepinas sí, los llamados tranquilizantes”.

Creemos muy preocupante que un psiquiatra de prestigio como el Dr. Arango afirme tal cosa, en clara contradicción con la bibliografía científica más actual y en un tema que está siendo objeto de muchos estudios por la repercusión que tiene para el bienestar de nuestros pacientes. Con el agravante, además, de que tales declaraciones se vierten en un medio de comunicación de masas de gran audiencia.

En tercer y último lugar, acabamos de asistir, tras una gran presión por parte del laboratorio farmacéutico Janssen, a la aprobación de la esketamina para la depresión resistente, fármaco que presenta dudas sobre su eficacia y sobre sus potenciales efectos secundarios, así como un exorbitante precio. En principio, el ministerio rechazó su financiación (como el NICE británico), pero Janssen hizo su trabajo y ya lo tenemos disponible para empezar a usarlo. Muy pronto veremos unidades de esketamina montadas en nuestros hospitales públicos. Luego nos quejaremos de que no hay dinero para, por ejemplo, contratar profesionales sanitarios. Aquí escribimos sobre el tema:



Y sin más, ni menos, vamos a comentar resumidamente algunos artículos científicos sobre antidepresivos publicados en los años 2021 y 2022.


Hengartner y Plöderl publican en 2021 en Therapeutic Advances in Psychopharmacology un artículo titulado: “¿Efectos profilácticos o reacciones de abstinencia? Un análisis de los datos de tiempo hasta el evento de los ensayos de prevención de recaídas de antidepresivos presentados a la FDA”. Comentan que los ensayos de prevención de recaídas construyen la base científica para recomendar la continuación y la terapia de mantenimiento con antidepresivos. Sin embargo, la validez de la evidencia es discutida y puede estar sesgada debido a la confusión por retirada. Analizan las curvas de supervivencia de todos los ensayos de prevención de recaídas con antidepresivos presentados FDA (EE.UU.) entre 1987 y 2012 para 13 medicamentos aprobados. El resultado principal fue el porcentaje del efecto del fármaco (diferencia placebo-antidepresivo en eventos de recaída) en cualquier semana de la fase de mantenimiento en relación con el efecto total del fármaco al final de la fase de mantenimiento aleatoria. Su conclusión fue que la separación placebo-antidepresivo fue desproporcionadamente grande entre las semanas 3 y 6 de la fase de mantenimiento aleatorizado. Los beneficios de continuar con los antidepresivos en relación con la interrupción abrupta/rápida disminuyeron drásticamente después de la semana 6. Esto indica un exceso de eventos de recaída en los brazos de placebo durante la fase de mantenimiento temprano que puede deberse a las reacciones de abstinencia causadas por la interrupción abrupta/rápida del tratamiento activo. Si estos eventos tempranos de recaída se deben a un efecto farmacológico directo, entonces los verdaderos efectos profilácticos a largo plazo de los antidepresivos están sustancialmente sobreestimados.



Horowitz y Wilcock publican, en 2021, en Drug and Therapeutics Bulletin un artículo titulado: “Antidepresivos de última generación y efectos de retirada: reconsiderando el papel de los antidepresivos y ayudando a los pacientes a suspenderlos”. Sus conclusiones son que continúa existiendo una gran incertidumbre sobre los beneficios del uso de antidepresivos a corto y largo plazo, particularmente con respecto a la falta de diferencia clínicamente significativa entre tratamiento antidepresivo y placebo. Hay un mayor reconocimiento de la posibilidad de síntomas de abstinencia graves y duraderos por antidepresivos. Este reconocimiento pone en duda las propiedades de prevención de recaídas de los antidepresivos, ya que estas propiedades han sido demostradas en ensayos de discontinuación en los que los efectos de abstinencia pueden haber inflado las tasas de recaída. Los antidepresivos pueden tener efectos adversos significativos, que parecen ser mayores en el uso a largo plazo en comparación con los estudios de eficacia a corto plazo. A la luz de este balance incierto de beneficios y daños, se debería revisar la prescripción generalizada y creciente de antidepresivos. El enfoque de reducción también presenta desafíos prácticos para el sistema de salud en términos de las pequeñas dosis sugeridas, lo que requiere el uso de formulaciones que no sean tabletas fácilmente disponibles. Los farmacéuticos tendrán un papel importante que desempeñar para ayudar a los pacientes en la suspensión gradual de antidepresivos. Dados los considerables desafíos que implican para algunos pacientes al dejar los antidepresivos, se debe reconocer que para algunos, quizás especialmente los usuarios a largo plazo, los daños de suspender la medicación pueden ser mayores que los riesgos de continuarla. Aumentar el conocimiento sobre la dificultad que algunos pacientes tienen para dejar de tomar antidepresivos debería conducir a una práctica de prescripción más cautelosa, con antidepresivos administrados a menos pacientes, por períodos más cortos de tiempo.



Gastaldon y otros, en 2021, publicaron en Psychotherapy and Psychosomatics un artículo titulado: "Preocupaciones de seguridad posteriores a la comercialización con esketamina: un análisis de desproporcionalidad de informes espontáneos enviados al sistema de informes de eventos adversos de la FDA". El trabajo utiliza la base de datos del sistema de notificación de eventos adversos (FAERS) de la FDA (marzo de 2019 a marzo de 2020), y analiza los eventos adversos relacionados con la esketamina para detectar y caracterizar las señales de seguridad relevantes. Como resultado, se observa que la base de datos FAERS contenía 962 casos de efectos adversos relacionados con esketamina, con señales detectadas para varios efectos adversos, como disociación, sedación, sensación de embriaguez, ideación suicida y suicidio consumado. Las señales de ideación suicida y autolesiva, pero no de intento de suicidio ni de suicidio consumado, permanecieron cuando se comparó esketamina con venlafaxina. Las mujeres, por un lado, y los pacientes que recibieron polifarmacia antidepresiva, medicación concomitante con estabilizadores del estado de ánimo, antipsicóticos, benzodiazepinas o medicamentos somáticos, por otro, tenían más probabilidades de sufrir efectos adversos graves que no graves. Las conclusiones fueron que la esketamina puede tener un claro potencial de efectos adversos graves, lo que merece una aclaración urgente mediante estudios prospectivos adicionales.



Horowitz y Moncrieff, en 2021, publicaron en British Journal of Psychiatry un artículo titulado: "Esketamina: datos inciertos de seguridad y eficacia en la depresión". Señalan un dato importante de algunos de los estudios previos a la comercialización y presentados por el laboratorio, que el punto de tiempo de 4 semanas implica que los datos son bastante poco informativos, ya que la depresión resistente al tratamiento generalmente se trata durante meses o años. Por otra parte, comentan que la convención de la FDA de solicitar dos estudios a corto plazo para aprobar la eficacia de un fármaco ya ha sido criticada porque permite a las empresas realizar tantos estudios como sean necesarios para generar dos estudios positivos. Sin embargo, incluso ese listón bajo se dejó caer en esta ocasión: en 2014, en conversaciones con Janssen, la FDA aceptó que un estudio de retirada podría usarse como uno de dos estudios positivos, "junto con un estudio de dosis fija a corto plazo con resultados estadísticamente muy persuasivos". Sin embargo, después de más reuniones con Janssen, esto más tarde se cambió a cualquier estudio a corto plazo en marzo de 2018. Muchos otros comentaristas y organismos nacionales de servicios de salud, incluido el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención (NICE, por sus siglas en inglés), han sacado conclusiones diferentes a las de la FDA y la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos para el Cuidado de la Salud y cuestionaron los datos sobre la seguridad y eficacia de la esketamina. En lo referente al suicidio, en el estudio de seguridad SUSTAIN 2, uno de cada siete pacientes desarrolló ideas suicidas "emergentes del tratamiento" y seis intentaron suicidarse en un grupo seleccionado por no ser activamente suicida. Así mismo, un número desproporcionado de suicidios han sido atribuidos a la esketamina en el primer año de su uso en EE.UU. Respecto a los efectos adversos, ponen el acento en que incluso con dosis semanales o quincenales, el 17 % de los pacientes en el estudio de seguridad SUSTAIN 2 a largo plazo demostraron síntomas que recuerdan a la "vejiga de ketamina", una complicación conocida y potencialmente grave del uso de ketamina. En cuanto a la retirada del fármaco y posible recaída, se sabe que la ketamina causa tolerancia, dependencia y abstinencia, y las dosis de esketamina empleadas en los estudios fueron similares a las dosis recreativas de ketamina. Se ha informado de que no han aparecido síntomas de abstinencia tras la retirada de esketamina, pero algunos de los efectos adversos descritos podrían en realidad ser fenómenos de abstinencia, tales como parestesias, diarrea o diaforesis. Aunque es difícil ser definitivo sobre la naturaleza de las experiencias que ocurren después de la interrupción del fármaco, la posibilidad de que los efectos de la abstinencia se hayan confundido con una recaída requiere consideración, ya que los efectos de la abstinencia se superponen con la mayoría de los elementos de la escala de depresión MADRS. El NICE concluyó que "cualquier efecto de abstinencia sería difícil de distinguir de un cambio en los síntomas depresivos". Otro punto importante que tocan los autores es que la ketamina, como algunos otros anestésicos, provoca un "subidón" placentero en algunos usuarios y reduce las puntuaciones de depresión en cuestión de horas, y no está claro cómo se pueden distinguir la euforia inducida por las drogas y los efectos antidepresivos. Se ha argumentado que es la persistencia del efecto lo que lo marca como "antidepresivo" pero, como se describió anteriormente, los ensayos de esketamina no confirman que ocurra un efecto clínicamente relevante. La conclusión de los autores es que la esketamina tiene un efecto clínicamente incierto y existen señales de seguridad preocupantes.



Horowitz y Taylor publican en 2022 un artículo en BJPsych Advances, titulado: “Distinguir la recaída de la abstinencia de antidepresivos: Práctica clínica y estudios de interrupción de antidepresivos”. Comentan en sus conclusiones que debe tenerse un alto índice de sospecha de síntomas de abstinencia cuando los pacientes reportan ansiedad o depresión al suspender los antidepresivos. No está claro si los síntomas de abstinencia son más comunes que la recaída genuina. Hay que explorar si los síntomas afectivos informados están acompañados o no por otros síntomas no asociados con la recaída: por ejemplo, mareos, 'zaps' eléctricos, náuseas o insomnio profundo. Algunos síntomas, como los 'zaps' eléctricos, pueden considerarse patognomónicos de la abstinencia. Si los síntomas ocurren dentro de los días posteriores a la reducción o suspensión de un antidepresivo con una vida media corta (esencialmente todos menos la fluoxetina) y si los síntomas se resuelven a los pocos días de aumentar la dosis de un antidepresivo. entonces es probable que sean síntomas de abstinencia. Al aconsejar a los pacientes que suspendan o reduzcan su dosis de antidepresivos, los médicos deben sugerir pequeñas reducciones, controlar los síntomas de abstinencia y esperar de 2 a 4 semanas para que desaparezcan los síntomas de abstinencia antes de realizar reducciones adicionales. Este proceso controlado puede ayudar a reducir la incertidumbre que puede surgir al distinguir entre los síntomas de abstinencia y las recaídas, ya que es probable que los síntomas de abstinencia comiencen, empeoren, alcancen su punto máximo, mejoren y se resuelvan en varios días o semanas (si las reducciones son moderadas) a diferencia de los episodios de recaída, que pueden persistir durante mucho más tiempo.

Es probable que los estudios de interrupción actuales que se cree demuestran las propiedades de prevención de recaídas de los antidepresivos realicen una confusión con los síntomas de abstinencia. Estos estudios a menudo suspenden los antidepresivos muy rápidamente y no miden los síntomas de abstinencia para distinguirlos de una recaída. Dado que los síntomas de abstinencia se superponen significativamente con los síntomas comúnmente utilizados en las escalas de calificación de depresión y pueden causar un aumento en las puntuaciones de depresión lo suficientemente grande como para alcanzar el umbral para el diagnóstico de recaída, es probable que los síntomas de abstinencia aumenten las tasas detectadas de recaída en los brazos de interrupción de estos ensayos, inflando la aparente capacidad de los antidepresivos para prevenir la recaída. Esta noción se ve reforzada por la preponderancia de recaídas detectadas en las semanas posteriores al cese, el período en el que los síntomas de abstinencia de los antidepresivos son más comunes. En general, los estudios existentes que pretenden demostrar las propiedades de prevención de recaídas de los antidepresivos deben interpretarse con cautela, y se requieren más pruebas para demostrar definitivamente la magnitud de las propiedades de prevención de recaídas de los antidepresivos.



Hengartner y Plöderl publican en 2022 en BMJ Evidence-Based Medicine un artículo titulado: “Estimaciones de la diferencia mínima importante para evaluar la importancia clínica de los antidepresivos en el tratamiento agudo de la depresión moderada a grave”. Señalan que la eficacia de los antidepresivos en el tratamiento agudo de la depresión moderada a grave sigue siendo un tema controvertido. La diferencia mínima importante (MID) es relevante para juzgar la importancia clínica de los efectos del tratamiento. Para la versión de 17 ítems de la escala de calificación de depresión de Hamilton (HDRS-17), las estimaciones de la MID oscilan entre 3 y 8 puntos, y los valores más precisos son probablemente entre 3 y 5 puntos. Para la versión de 6 ítems (HDRS-6), las estimaciones MID oscilan entre 2 y 4 puntos. Tanto para la Montgomery-Åsberg Depression Rating Scale (MADRS) como para el Beck Depression Inventory II (BDI-II), las estimaciones de MID oscilan entre 3 y 9 puntos, siendo probablemente las estimaciones de 3 a 6 puntos las más precisas. La calidad de vida parece ser más importante para los pacientes que los síntomas de depresión centrales. Por lo tanto, también evaluamos la puntuación del componente mental Short-Form 36 (SF-36), una popular medida de calidad de vida relacionada con la salud mental. Su estimación MID es probablemente de unos 5 puntos. Por el contrario, los efectos promedio del tratamiento con antidepresivos en HDRS-17, HDRS-6, MADRS, BDI-II y SF-36 son 2 puntos, 1,5 puntos, 3 puntos, 2 puntos y 3–5 puntos, respectivamente.

En conclusión, la eficacia de los antidepresivos en el tratamiento agudo de la depresión de moderada a grave no supera sistemáticamente el límite inferior de las estimaciones de la MID para las medidas de resultado de la depresión común. Por lo tanto, la importancia clínica de los antidepresivos sigue siendo incierta.



Carter y otros, en 2022, publican un artículo en Suicide and Life-Threatening Behavior titulado: “Trayectorias de tratamiento antidepresivo e intento de suicidio entre australianos mayores de 45 años: un estudio de población que utiliza datos de prescripción individuales”. Concluyen su investigación señalando que algunos adultos mayores tienen un mayor riesgo de intento de suicidio con la exposición a antidepresivos, que puede persistir durante meses. Las guías clínicas deben recomendar un período de seguimiento de los pensamientos y comportamientos suicidas emergentes del tratamiento en pacientes adultos mayores.



Quilichini y otros, en 2022, publican un artículo en Journal of Affective Disorders titulado: “Efectos comparativos de 15 antidepresivos sobre el riesgo de síndrome de abstinencia: un estudio del mundo real utilizando la base de datos de farmacovigilancia de la OMS”. Comentan que si bien los informes de casos y los ensayos clínicos informaron el síndrome de abstinencia después de la reducción y/o la interrupción de los medicamentos antidepresivos, no se ha realizado ningún estudio grande para comparar el riesgo entre los diferentes antidepresivos. La conclusión de este gran estudio observacional en un entorno del mundo real sugiere que el uso de antidepresivos de vida media corta aumenta el riesgo de informar el síndrome de abstinencia en comparación con los antidepresivos de vida media larga. Entre los antidepresivos más comunes, la paroxetina y los inhibidores de la recaptación de serotonina-noradrenalina se asocian con un mayor riesgo de presentar síndrome de abstinencia.



Zwiebel y Viguera, en 2022, publicaron un artículo en Cleveland Clinic Journal of Medicine, titulado: “Descontinuar los antidepresivos: Perlas y trampas”. Señalan que dejar de tomar antidepresivos puede ser un desafío debido a la alta tasa de síntomas de discontinuación. Los pacientes con síndrome de discontinuación de antidepresivos (ADS, por sus siglas en inglés) comúnmente experimentan insomnio, síntomas similares a los de la gripe, alteraciones del estado de ánimo, mareos y parestesias, pero una amplia gama de efectos adversos efectos es posible. Los síntomas pueden durar de días a meses, y diferentes síntomas tienen diferentes duraciones. La educación al paciente, la identificación de los pacientes con mayor riesgo de desarrollar síntomas y una reducción gradual o cruzada de los antidepresivos son pasos importantes para mitigar el riesgo de ADS. Las reducciones deben ser llevadas a cabo durante semanas o meses. Los síntomas de interrupción deben manejarse reiniciando la dosis anterior de antidepresivo y luego disminuyendo aún más lentamente, con manejo sintomático adicional según sea necesario.



Almohammed y otros, en 2022, publican un artículo en Plos One titulado: “Antidepresivos y calidad de vida relacionada con la salud (HRQoL) para pacientes con depresión: análisis de la encuesta del panel de gastos médicos de los Estados Unidos”. Señalan que el efecto de los antidepresivos sobre el bienestar general y la calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) de los pacientes sigue siendo controvertido. En cuanto a sus resultados, en promedio, 17,5 millones de adultos fueron diagnosticados con trastorno de depresión cada año durante el período 2005-2016. La mayoría eran mujeres (67,9 %), de las cuales una mayor proporción recibía medicamentos antidepresivos (60,5 % frente a 51,5 % de los hombres). Sus conclusiones fueron que el efecto real del uso de medicamentos antidepresivos no continúa mejorando la CVRS de los pacientes con el tiempo. Los estudios futuros no solo deben centrarse en el efecto a corto plazo de la farmacoterapia, sino que deben investigar el impacto a largo plazo de las intervenciones farmacológicas y no farmacológicas en la CVRS de estos pacientes.



Erken y otros, en 2022, publicaron un artículo en Psychogeriatrics titulado: “Síndrome serotoninérgico inducido por antidepresivos en pacientes mayores: un estudio transversal”. Destacan que la prescripción generalizada de antidepresivos y su papel resultante en el síndrome serotoninérgico (SS) son de gran importancia para la práctica clínica en los ancianos. Se incluyeron un total de 238 adultos mayores en uso de antidepresivos. Los pacientes que cumplían los Criterios de Toxicidad Serotonina de Hunter (HSTC) para SS se consideraron como grupos clínicos (leve, moderado o grave) y los que no los cumplían como grupo control. Sesenta pacientes tenían SS, mientras que 178 pacientes no. Los hallazgos diagnósticos más comunes en los pacientes con SS fueron temblor e hiperreflexia y el 31,7% fue leve, y moderado en el 68,3%. Se suspendieron los antidepresivos en todos los pacientes independientemente de la gravedad. El uso generalizado de antidepresivos solos o combinados en adultos mayores representa una mayor preocupación clínica por el SS y los médicos deben ser conscientes de esta complicación relacionada con los medicamentos en pacientes mayores.



Moncrieff y otros, en 2022, han publicado en Molecular Psychiatry un artículo de gran repercusión titulado: “La teoría serotoninérgica de la depresión: una revisión general sistemática de la evidencia”. Señalan que la hipótesis de la serotonina sobre la depresión sigue siendo influyente. El objetivo de su investigación fue sintetizar y evaluar la evidencia sobre si la depresión se asocia con una concentración o actividad reducida de la serotonina en una revisión general sistemática de las principales áreas de investigación relevantes. Se realizaron búsquedas en PubMed, EMBASE y PsycINFO utilizando términos apropiados para cada área de investigación, desde su inicio hasta diciembre de 2020. Se identificaron revisiones sistemáticas, metanálisis y análisis de grandes conjuntos de datos en las siguientes áreas: serotonina y metabolito de la serotonina, 5-HIAA , concentraciones en fluidos corporales; unión al receptor de serotonina 5-HT1A; niveles del transportador de serotonina (SERT) medidos por imágenes o en la autopsia; estudios de agotamiento de triptófano; Asociaciones de genes SERT e interacciones gen-ambiente SERT. Se excluyeron los estudios de depresión asociada con condiciones físicas y subtipos específicos de depresión (por ejemplo, depresión bipolar). Dos revisores independientes extrajeron los datos y evaluaron la calidad de los estudios incluidos utilizando el AMSTAR-2, un AMSTAR-2 adaptado o el STREGA para un estudio genético grande. La certeza de los resultados del estudio se evaluó mediante una versión modificada de GRADE. No se sintetizaron los resultados de los metanálisis individuales porque incluían estudios superpuestos. La revisión se registró con PROSPERO (CRD42020207203). Se incluyeron 17 estudios: 12 revisiones sistemáticas y metanálisis, 1 metanálisis colaborativo, 1 metanálisis de grandes estudios de cohortes, 1 revisión sistemática y síntesis narrativa, 1 estudio de asociación genética y 1 revisión general. La calidad de las revisiones fue variable con algunos estudios genéticos de alta calidad. Dos metanálisis de estudios superpuestos que examinaron el metabolito de la serotonina, 5-HIAA, no mostraron asociación con la depresión (mayor n = 1002). Un metanálisis de estudios de cohortes de serotonina plasmática no mostró relación con la depresión y evidencia de que la concentración reducida de serotonina se asoció con el uso de antidepresivos (n = 1869). Dos metanálisis de estudios superpuestos que examinaron el receptor 5-HT1A (mayor n = 561), y tres metanálisis de estudios superpuestos que examinaron la unión de SERT (mayor n = 1845) mostraron evidencia débil e inconsistente de unión reducida en algunas áreas, lo que sería consistente con una mayor disponibilidad sináptica de serotonina en personas con depresión, si esta fuera la anormalidad causal original. Sin embargo, los efectos del uso previo de antidepresivos no se excluyeron de manera confiable. Un metanálisis de estudios de depleción de triptófano no encontró ningún efecto en la mayoría de los voluntarios sanos (n = 566), pero sí evidencia débil de un efecto en aquellos con antecedentes familiares de depresión (n = 75). Otra revisión sistemática (n = 342) y una muestra de diez estudios posteriores (n = 407) no encontraron efecto en voluntarios. No se ha realizado una revisión sistemática de los estudios de agotamiento de triptófano desde 2007. Los dos estudios más grandes y de mayor calidad del gen SERT, un estudio de asociación genética (n = 115,257) y un metanálisis colaborativo (n = 43,165), no revelaron evidencia de una asociación con la depresión, o de una interacción entre el genotipo, el estrés y la depresión. Las principales áreas de investigación sobre la serotonina no brindan evidencia consistente de que exista una asociación entre la serotonina y la depresión, y no respaldan la hipótesis de que la depresión es causada por una actividad o concentraciones reducidas de serotonina. Cierta evidencia fue consistente con la posibilidad de que el uso prolongado de antidepresivos reduzca la concentración de serotonina.

Afirman los autores que esta revisión sugiere que el gran esfuerzo de investigación basado en la hipótesis de la serotonina no ha producido evidencia convincente de una base bioquímica para la depresión, y que esto es consistente con la investigación sobre muchos otros marcadores biológicos. Sugieren que es hora de reconocer que la teoría serotoninérgica de la depresión no está fundamentada empíricamente.



Stone y otros, en 2022, publicaron un artículo en BMJ titulado: “Respuesta a la monoterapia aguda para el trastorno depresivo mayor en ensayos aleatorios controlados con placebo presentados a la Administración de Drogas y Alimentos de los EE.UU.: análisis de datos de participantes individuales”. Su objetivo es caracterizar las distribuciones de respuesta a nivel de participantes individuales a la monoterapia aguda para el trastorno depresivo mayor. Se estudiaron 232 ensayos aleatorizados, doble ciego, controlados con placebo, presentados por desarrolladores de fármacos a la FDA entre 1979 y 2016, que incluyeron 73.388 participantes adultos y niños. Concluyeron que las distribuciones de respuesta trimodal, que llevaron a cabo en el análisis de los datos, sugieren que alrededor del 15% de los participantes tienen un efecto antidepresivo sustancial más allá del efecto placebo en los ensayos clínicos, lo que destaca la necesidad de predictores de respuestas significativas específicas para el tratamiento farmacológico.

Horowitz escribió una carta al editor en respuesta a este artículo, que creemos interesante. Señala en dicha carta que, al igual que en metanálisis anteriores, el análisis de datos de pacientes individuales de la FDA de los ensayos de antidepresivos revela una pequeña diferencia promedio entre los antidepresivos y el placebo de 1,75 puntos en la HAM-D, una diferencia que probablemente no sea clínicamente importante. Los autores utilizaron un modelo de mezcla finita con tres subdistribuciones normales de las respuestas de los participantes a partir de los datos sin un protocolo registrado previamente. El modelado de mezclas también se aplicó a la investigación de antidepresivos por Thase et al. quienes obtuvieron resultados similares con una solución de dos grupos. Sin embargo, este modelo obviamente tenía fallas porque las distribuciones de "beneficiarios" y "no beneficiarios" se superponían en gran medida. En este nuevo metanálisis, el ajuste de una tercera distribución (etiquetada como "no específica") da la impresión artificial de que este problema se ha abordado ya que hay menos superposición entre las categorías etiquetadas como "grande" o "mínima". Pero esto es engañoso ya que estas dos distribuciones se superponen en gran medida con la "distribución no específica". No está claro que sea informativo centrarse en el cambio de las puntuaciones iniciales en subpoblaciones indefinibles de pacientes. Como se trata de distribuciones teóricas, cada participante tiene una probabilidad de pertenecer a cada distribución, por lo que la técnica no identifica un grupo de personas que muestran una respuesta "grande" o que se beneficia más de los antidepresivos (lo que significa que el estudio no puede informar un ECA para probar antidepresivos en cualquier subgrupo). Esta es también la razón por la que es inapropiado generar un NNT, un cálculo que requiere una categorización precisa, pero que no es aplicable a las "nubes" probabilísticas de pacientes. De hecho, las categorías definidas por los autores (es decir, "no específico", "grande" y "mínimo") son etiquetas semánticas, que pueden ser engañosas, ya que implican una relación causal con el medicamento, pero establecer esto requiere una comparación directa. entre el fármaco y el placebo en grupos aleatorizados. De hecho, el hecho de que el patrón trimodal exista tanto en el grupo del placebo como en el grupo del fármaco podría implicar que no se trata de un efecto del fármaco, pero puede indicar una susceptibilidad diferente al efecto del placebo (entre los que toman el fármaco y el placebo). Además, la revelación de los efectos secundarios (o la ausencia de los mismos) podría amplificar este efecto para el grupo de fármacos. Los autores argumentan que es poco probable que se revele el cegamiento, pero se sabe que los medicamentos que muestran los efectos más fuertes en este análisis tienen efectos secundarios pronunciados. Sabemos que puede ocurrir un desenmascaramiento en los ensayos de antidepresivos y que las conjeturas sobre el tratamiento se asocian con resultados independientes de los efectos farmacológicos específicos. Otras limitaciones de los ensayos de antidepresivos siguen sin abordarse: incluidos los efectos de abstinencia de la medicación previa al ensayo, la corta duración (4 a 12 semanas) y la posibilidad de que los antidepresivos produzcan cambios en las puntuaciones de depresión a través del entumecimiento u otros efectos psicoactivos superpuestos, sin producir realmente un cambio en el trastorno subyacente o en el mecanismo de los síntomas .Los autores argumentan que una respuesta "grande" puede representar un efecto real sobre la depresión en lugar de una mera atenuación de los síntomas, pero el presente estudio no puede demostrarlo. En conclusión, el modelo exploratorio post-hoc de las diferencias pre-post no debe confundirse con la comparación de las diferencias fármaco-placebo en resultados preespecificados en ECA, apropiados para inferencias causales. Siguiendo esta lógica, el resultado más fuerte de este metanálisis son las muy pequeñas diferencias promedio observadas entre los grupos. Incluso si aceptamos la premisa de que el 15 % de las personas se benefician, el 85 % de las personas no y dada la carga de efectos adversos (y la considerable incertidumbre sobre este 15 %), no está claro que esto justifique los niveles actuales de prescripción de antidepresivos.




Peleg y otros, en 2022, publicaron un artículo en Sexual Medicine Reviews titulado: “Disfunción sexual posterior a los ISRS (PSSD): plausibilidad biológica, síntomas, diagnóstico y factores de riesgo presuntos”. Comentan que la disfunción sexual post-ISRS (PSSD) es un síndrome iatrogénico, cuyos mecanismos neurobiológicos subyacentes no están claros. El inicio de los síntomas sigue al cese de los antidepresivos serotoninérgicos, es decir, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y norepinefrina (ISRS, IRSN) y antidepresivos tricíclicos (TCA). Los síntomas de PSSD incluyen anestesia genital, disfunción eréctil y anhedonia orgásmica/eyaculatoria, y deben diferenciarse de la disfunción sexual relacionada con la depresión. Recientemente, los datos acumulados de numerosos informes de casos sugieren síntomas no sexuales adicionales que incluyen anhedonia, apatía y afecto embotado. Se realizó una revisión extensa de la literatura sobre los principales patrones de síntomas de este trastorno. Los factores precipitantes para el PSSD incluyen la exposición previa a ciertos medicamentos, la predisposición genética, el estrés psicológico o la reacción química estresante a los antidepresivos junto con condiciones médicas preexistentes que afectan la neuroplasticidad. Se han propuesto diferentes teorías para explicar la fisiopatología del PSSD: expresión génica epigenética, interacciones dopamina-serotonina, neurotoxicidad por serotonina y cambios hormonales. El diagnóstico de PSSD se logra excluyendo todas las demás etiologías de disfunción sexual. El tratamiento es desafiante y se han sugerido muchas estrategias sin resultados definitivos. Existe la necesidad de una investigación neurobiológica bien diseñada en este dominio, así como en la prevalencia, fisiopatología y tratamiento del PSSD. Los profesionales deben estar atentos a las características distintivas de PSSD. Un diagnóstico erróneo de este síndrome podría dar lugar a tratamientos nocivos, incluido el restablecimiento de los medicamentos que generaron PSSD.



Sørensen y otros, en 2022, han publicado en Journal of Affective Disorders un artículo titulado: “Descripción de los síntomas de abstinencia de antidepresivos en las guías de práctica clínica sobre depresión: una revisión sistemática”. Describen que los síntomas de abstinencia a los antidepresivos pueden simular los síntomas de una recaída de la depresión y pueden ser un desafío para los pacientes cuando disminuyen o descontinúan los antidepresivos. El objetivo del trabajo fue evaluar cómo se describen los síntomas de abstinencia en las principales guías de práctica clínica sobre la depresión del Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia, Singapur, Irlanda y Nueva Zelanda. Se incluyeron 21 guías, 15 (71%) de las cuales indicaron que pueden ocurrir síntomas de abstinencia o interrupción. Ninguna de las pautas proporcionó una lista exhaustiva de posibles síntomas de abstinencia; diez (48%) guías mencionaron al menos un síntoma específico, con un rango entre cuatro y 39 síntomas. La superposición sintomática entre la abstinencia y la recaída se mencionó en cuatro guías (19%). Los síntomas de abstinencia generalmente se describieron como leves, breves y autolimitados; y grave en una minoría de casos. Las estimaciones de la duración, la incidencia o el inicio esperado se informaron en cinco guías (24%), y en todos los casos fueron inferiores a las informadas en las revisiones sistemáticas. Como conclusión, consideran que las guías de práctica clínica brindan información escasa e inadecuada sobre los síntomas de abstinencia de antidepresivos y orientación limitada para distinguir los síntomas de abstinencia de los síntomas de recaída.



Gastaldon y otros, en 2022, publican en Psychol Med un artículo titulado “Síndrome de abstinencia neonatal tras la exposición intrauterina a antidepresivos: un análisis de desproporcionalidad de VigiBase, la base de datos de informes espontáneos de la OMS”. Llevan a cabo un estudio de farmacovigilancia basado en VigiBase®, la base de datos de la OMS de sospechas de reacciones adversas a medicamentos. Se incluyeron un total de 406 reportes de síndrome de abstinencia neonatal en 379 neonatos relacionados con 15 antidepresivos. Se detectó una notificación desproporcionada para los antidepresivos como grupo en comparación con todos los demás medicamentos. Surgió una desproporcionalidad significativa para todos los antidepresivos individuales excepto para el bupropión. Los síntomas más frecuentes incluyeron síntomas respiratorios, irritabilidad/agitación, temblor y problemas de alimentación. Concluyeron que la mayoría de los antidepresivos se asocian con señales moderadas de notificación desproporcionada de síndrome de abstinencia neonatal, lo que debe tenerse en cuenta al prescribir un antidepresivo durante el embarazo, independientemente de la clase.



Bansal y otros publican, en 2022, en BJPsych Open un artículo titulado “Uso de antidepresivos y riesgo de resultados adversos: estudio de cohorte basado en la población”. El objetivo de este estudio fue investigar la asociación entre el uso de antidepresivos y los eventos adversos. La cohorte del estudio consistió en participantes de la base de datos biomédica UK Biobank cuyos datos estaban vinculados a los registros de atención primaria. Se evaluó la asociación entre el uso “de antidepresivos por clase de fármaco (ISRS y”'otros'), cuatro enfermedades (diabetes, hipertensión, cardiopatía coronaria [CHD], enfermedad cerebrovascular [CV]) y dos causas de mortalidad (enfermedad cardiovascular (ECV) y por todas las causas). El tratamiento con ISRS se asoció con una disminución del riesgo de diabetes a los 5 años y a los 10 años y de hipertensión a los 10 años. A los 10 años de seguimiento, el tratamiento con ISRS se asoció con mayores riesgos de CV, mortalidad por ECV y mortalidad por todas las causas, y el tratamiento de “otros antidepresivos” se asoció con un mayor riesgo de cardiopatía coronaria, ECV y mortalidad por todas las causas. Concluyeron que estos hallazgos indicaban una asociación entre el uso de antidepresivos a largo plazo y riesgos elevados de cardiopatía coronaria, mortalidad por ECV y mortalidad por todas las causas. Se necesita más investigación para evaluar si las asociaciones observadas son causales y dilucidar los mecanismos subyacentes.



Ormel y otros publican, en 2022, en Clinical Psychology Review un artículo titulado “Más tratamiento pero no menos depresión: la paradoja tratamiento-prevalencia”. Aunque afirman que los tratamientos para la depresión han mejorado y su disponibilidad ha aumentado notablemente desde la década de 1980, la prevalencia de la depresión en la población general no ha disminuido. Esta “paradoja de la prevalencia del tratamiento” (TPP) plantea preguntas fundamentales sobre el diagnóstico y el tratamiento de la depresión. Proponen y evalúan siete explicaciones para el TPP. Primero, dos explicaciones asumen que los tratamientos mejorados y más ampliamente disponibles han reducido la prevalencia, pero que la reducción se ha visto contrarrestada por un aumento en: 1) el diagnóstico erróneo de la angustia como depresión, lo que genera más diagnósticos "falsos positivos"; o 2) un aumento real en la incidencia de depresión. En segundo lugar, las cinco explicaciones restantes asumen que la prevalencia no ha disminuido, pero sugieren que: 3) los tratamientos son menos eficaces y 4) menos duraderos de lo que sugiere la literatura; 5) la eficacia del ensayo no se generaliza a entornos del mundo real; 6) el impacto del tratamiento a nivel de la población difiere para los casos crónicos recurrentes versus los no recurrentes; y 7) los tratamientos tienen algunas consecuencias iatrogénicas. Cualquiera de estas siete explicaciones podría socavar el impacto del tratamiento en la prevalencia, lo que ayudaría a explicar el TPP. Su análisis revela que hay poca evidencia de que la incidencia o la prevalencia hayan aumentado como resultado de un error o un hecho (Explicaciones 1 y 2), y una fuerte evidencia de que (a) la literatura publicada sobreestima la eficacia del tratamiento a corto y largo plazo, (b ) los tratamientos son considerablemente menos efectivos cuando se implementan en entornos del "mundo real", y (c) el impacto del tratamiento difiere sustancialmente para los casos crónicos recurrentes en relación con los casos no recurrentes. Colectivamente, las explicaciones a - c probablemente representen la mayor parte del TPP. Por último, existe poca investigación sobre los efectos iatrogénicos de los tratamientos actuales (Explicación 7), por lo que es fundamental investigación adicional.



Sørensen y otros, en 2022, publican en Ther Adv Psychopharmacol un artículo titulado “Recomendaciones de la guías de práctica clínica sobre la reducción gradual y la interrupción de los antidepresivos para la depresión: una revisión sistemática”. El objetivo del estudio fue evaluar el alcance y el contenido de la orientación sobre la reducción gradual y la interrupción de los antidepresivos en las principales guías de práctica clínica sobre la depresión. Se llevó a cabo una revisión sistemática de las guías de práctica clínica sobre depresión emitidas por las autoridades sanitarias nacionales y las principales organizaciones profesionales nacionales o internacionales del Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia, Singapur, Irlanda y Nueva Zelanda. Se evaluaron las guías de práctica clínica en busca de recomendaciones e información relevante para la reducción gradual y la interrupción de los antidepresivos. De las 21 guías de práctica clínica incluidas, 15 (71 %) recomendaron que los antidepresivos se redujeran gradualmente o lentamente, pero ninguna brindó orientación sobre las reducciones de dosis, cómo distinguir los síntomas de abstinencia de las recaídas o cómo manejar los síntomas de abstinencia. Los desafíos psicológicos no se abordaron en ninguna guía de práctica clínica, y los algoritmos de tratamiento y los diagramas de flujo no incluyeron la interrupción. La calidad de las guías de práctica clínica fue en general baja. Las conclusiones fueron que las principales guías de práctica clínica actuales brindan poco apoyo a los médicos que desean ayudar a los pacientes a suspender o disminuir los antidepresivos en términos de mitigación y manejo de los síntomas de abstinencia. Una mejor orientación requiere mejores ensayos aleatorizados que investiguen las intervenciones para suspender o disminuir los antidepresivos.



Gøtzsche y Healy, en 2022, publican un artículo en International Journal of Risk & Safety in Medicine titulado “Restaurando los dos ensayos fundamentales de fluoxetina en niños y adolescentes con depresión”. La fluoxetina fue aprobada para la depresión en niños y adolescentes en base a dos ensayos controlados con placebo, X065 y HCJE, con 96 y 219 participantes, respectivamente. El objetivo del estudio fue revisar estos ensayos, que parecen haber sido mal informados. Se llevó a cabo una revisión sistemática de los informes y publicaciones de estudios clínicos. Los resultados primarios fueron las variables de eficacia en los protocolos de juicio, eventos suicidas y precursores de suicidio o violencia.Se encontró que faltaba información esencial y había inconsistencias numéricas inexplicables. Los resultados de eficacia estaban sesgados a favor de la fluoxetina por los abandonos diferenciales y la falta de datos. La eficacia en la escala utilizada fue del 4 % de la puntuación inicial, lo que no es clínicamente relevante. Las calificaciones de los pacientes no encontraron que la fluoxetina fuera efectiva. Los eventos suicidas faltaban en las publicaciones y los informes del estudio. Los precursores del suicidio o la violencia ocurrieron con mayor frecuencia con fluoxetina que con placebo. Para el ensayo HCJE, el número necesario para dañar fue 6 para eventos del sistema nervioso, 7 para eventos moderados o daño severo y 10 por daño severo. La fluoxetina redujo la altura y el peso durante 19 semanas en 1,0 cm y 1,1 kg, respectivamente y prolongó el intervalo QT. Las conclusiones fueron que este nuevo análisis de los dos ensayos fundamentales mostró que la fluoxetina es insegura e ineficaz.



Gastaldon y otros publican, en 2022, en Drug Saf un artículo titulado “Síndrome de abstinencia tras la interrupción de 28 antidepresivos: análisis de farmacovigilancia de 31.688 informes de la base de datos de informes espontáneos de la OMS”. El objetivo del estudio fue determinar si los antidepresivos se asocian con un aumento de los informes de síndrome de abstinencia en comparación con otros medicamentos e investigar los factores de riesgo de reacciones graves. Se realizó un estudio de farmacovigilancia, basado en VigiBase®, la base de datos global de la OMS de informes de seguridad de casos individuales de sospechas de reacciones adversas a medicamentos. Se realizó un análisis de desproporcionalidad de los informes de síndrome de abstinencia relacionado con los antidepresivos. Comparamos los antidepresivos con todos los demás fármacos y entre sí dentro de cada clase de antidepresivos (ISRS, tricíclicos y otros antidepresivos). Con base en la clasificación de prioridad clínica, los informes desproporcionados más fuertes se encontraron para paroxetina, duloxetina, venlafaxina y desvenlafaxina. El síndrome de abstinencia se informó como grave con mayor frecuencia en hombres, adolescentes, personas en polifarmacia y con una duración más prolongada del tratamiento antidepresivo. Como conclusiones, los antidepresivos se asocian con un aumento de los informes de síndrome de abstinencia en comparación con otras clases de fármacos. Al prescribir y suspender los antidepresivos, los médicos deben ser conscientes de la propensión potencialmente diferente del síndrome de abstinencia entre los antidepresivos individuales y la posibilidad de experimentar síntomas de abstinencia más graves en relación con las características específicas del paciente.



Moore y otros, en 2022, publicaron en Pharmacotherapy un artículo titulado “Seguridad y eficacia de los antagonistas de los receptores NMDA para la depresión: una revisión multidisciplinaria”. La ketamina, un anestésico disponible desde 1970, y la esketamina, su enantiómero S más nuevo, brindan un enfoque novedoso para el tratamiento de la depresión y otros trastornos psiquiátricos. En dosis subanestésicas, los dos fármacos, junto con su congénere más antiguo, la fenciclidina (PCP), inducen un estado mental alterado transitorio al bloquear el receptor de N-metil-D-aspartato (NMDA) para el glutamato, el principal neurotransmisor excitatorio en los mamíferos. sistema nervioso central. Esta revisión multidisciplinaria examina la farmacología/los efectos directos sobre la conciencia, la efectividad en la depresión y las tendencias suicidas agudas, y la seguridad de estos antagonistas de NMDA de acción rápida. Para capturar la esencia de 60 años de literatura revisada por pares, utilizamos un enfoque semiestructurado para los subtemas, cada uno de los cuales requería una estrategia de búsqueda diferente. Se revisan las pruebas de los tres beneficios principales informados de los dos fármacos clínicos cuando se utilizan para la depresión: éxito en pacientes difíciles de tratar, inicio rápido de la acción en un día y efectos inmediatos sobre las tendencias suicidas. Los problemas clave de seguridad incluyen la evidencia, y la falta de ella, de los efectos de inducir repetidamente este estado mental alterado, y si existe un margen de seguridad adecuado para descartar los efectos neurotóxicos observados en estudios con animales. Esta revisión incluye evidencia de múltiples fuentes que plantean preguntas sustanciales sobre la seguridad y la eficacia de la ketamina y la esketamina para los trastornos psiquiátricos.



Rahman y otros han publicado en 2022 en Thromb Haemost un artículo titulado “Uso concomitante de inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina y anticoagulantes orales y riesgo de hemorragia mayor: revisión sistemática y metanálisis”. Se sabe que los ISRS, los antidepresivos más recetados, se asocian con un riesgo levemente mayor de hemorragia grave. El objetivo del trabajo era evaluar el riesgo de sangrado mayor asociado con el uso concomitante de ISRS y anticoagulantes orales, en comparación con el uso de anticoagulantes solos. La revisión incluyó ocho estudios con un total de 98.070 pacientes. La conclusión fue que el uso concomitante de ISRS y anticoagulantes orales se asoció con un mayor riesgo de hemorragia mayor. En general, estos hallazgos sugieren que los médicos pueden necesitar adaptar el tratamiento de acuerdo con los factores de riesgo de sangrado de cada paciente cuando prescriben ISRS a pacientes que usan anticoagulantes orales.



Horowitz y otros publican en 2022 en la revista CNS Drugs un artículo titulado “Cálculo del riesgo de abstinencia de antidepresivos a partir de una revisión de datos publicados”. Los autores señalan que la adaptación del cerebro a la presencia de una droga predice la abstinencia al dejarla. El resultado de la adaptación a menudo se denomina "dependencia física" en farmacología, a diferencia de la adicción, aunque lamentablemente estos términos se han fusionado en algunas guías de diagnóstico. La dependencia física a los antidepresivos puede ocurrir en algunos pacientes, consistente con el hecho de que algunos pacientes experimentan efectos de abstinencia de estos medicamentos. Se cree que una mayor duración del uso, dosis más altas y antidepresivos específicos afectan el riesgo de efectos de abstinencia de antidepresivos, ya que podrían causar una mayor adaptación del cerebro. En la revisión, se encontró que la mayor duración del uso se asoció con una mayor incidencia y gravedad de los efectos de abstinencia. Los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina y la paroxetina están asociados con riesgos más altos que otros antidepresivos, aunque faltan datos para algunos antidepresivos. Las dosis más altas de antidepresivos tienen una asociación débil con un mayor riesgo de abstinencia, con algunos efectos máximos, tal vez reflejando las relaciones de ocupación del receptor. Se sabe que la experiencia pasada de los efectos de abstinencia predice el riesgo futuro. Con base en estos datos, subrayamos una rúbrica preliminar para determinar el riesgo de síntomas de abstinencia para un paciente en particular, lo que puede tener relevancia para determinar las tasas de reducción gradual. Dado el alcance limitado de la investigación actual, la investigación futura debe apuntar a aclarar la predicción del riesgo de abstinencia de antidepresivos, especialmente al examinar el riesgo de abstinencia en usuarios de medicamentos a largo plazo, así como la gravedad y la duración de los efectos, para mejorar una herramienta preliminar con fines predictivos. La investigación adicional sobre las adaptaciones precisas en el uso de antidepresivos a largo plazo puede mejorar la capacidad de predecir los efectos de abstinencia para un paciente en particular.



Sobre la esketamina, hemos publicado en 2022 en la revista Norte de salud mental un artículo que revisa el tema:



Y hay otro trabajo en castellano, también de 2022, que incide en el mismo tema:




lunes, 19 de diciembre de 2022

Sesión Crítica de la Asociación Murciana de Salud Mental: "Controversias en torno a los tratamientos antidepresivos"

En fechas recientes, tuvimos el honor de ser invitados a dar una sesión para la Asociación Murciana de Salud Mental (AMu-SM) inaugurando una serie de sesiones críticas en las que quieren abordar diferentes temas de interés, siempre de forma independiente de la industria farmacéutica.

Esta primera sesión trató sobre el uso de fármacos antidepresivos, en relación con su eficacia y riesgos.

Queda disponible en abierto en Youtube. Esperamos que les guste:











viernes, 2 de diciembre de 2022

"Esketamina nasal, ejemplo de medicamento superfluo". (Marín S, Martínez F, Ortiz R, Pellín MC, Pol E). Boletín Fármacos: Prescripción, Farmacia y Utilización 2022; 25(3)


Acaba de aprobarse la financiación a cargo del sistema público de salud del Spravato (esketamina), fármaco para el tratamiento de la depresión resistente. Si se analizan los estudios, parece claro que la eficacia es pobre y la seguridad dudosa aunque, eso sí, a un coste exorbitante.

Escribimos un artículo revisando el tema (aquí), y hoy les traemos otra revisión llevada a cabo por profesionales independientes del mayor prestigio,

Esperamos que les guste (y que les haga pensar):





domingo, 16 de octubre de 2022

Seminarios de la III Escuela de Otoño de la AEN (7-9 de octubre de 2022)


Hoy traemos aquí los vídeos (solo audio) de tres de los seminarios impartidos en la III Escuela de Otoño de la AEN, en El Escorial (Madrid), dirigida a residentes en formación de las especialidades de psiquiatría, psicología clínica y enfermería de salud mental. No incluimos el primero de ellos, por ser más experiencial y con amplias intervenciones de los residentes, así como tampoco los debates posteriores a los otros seminarios, por respetar la intimidad de los participantes. Fue una gran experiencia en la que tuvimos el honor y la suerte de participar y queremos compartirla con quien le interese.



  • "Psicopatología crítica", por Laura Martín y Fernando Colina.





  • "Daños (individuales y colectivos) de la práctica psiquiátrica actual", por Jose G.-Valdecasas y Hernán María Sampietro.





  • "La mirada perinatal. Maternidades, crisis y restauración", por Patricia Fernández y Silvia García.








jueves, 8 de septiembre de 2022

Esketamina y su lugar en la terapéutica: datos para una valoración objetiva y apuntes sobre el coste de oportunidad (Norte de salud mental nº 67)

Acabamos de publicar (junto a Vicente Campelo y Miguel Hernández) un artículo en la revista Norte de Salud Mental (aquí) en el que hacemos una revisión sobre la esketamina que creemos puede ser de interés. Dejamos el texto a continuación con enlaces a las referencias bibliográficas.


 

En 2019 se aprobó, tanto por parte de la FDA americana como de la EMA europea, el fármaco Spravato, cuyo principio activo es la esketamina. Se trata de un nuevo fármaco antidepresivo (derivado de la ketamina) de aplicación intranasal con indicación en depresión resistente. Por otra parte, en nuestro país, en la reunión de diciembre de 2021, la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos decidió:

"[...] la no inclusión de este medicamento en la prestación farmacéutica del SNS teniendo en cuenta las incertidumbres respecto a su valor terapéutico y criterios de racionalización del gasto público destinado a prestación farmacéutica e impacto presupuestario en el SNS."

Tras esta decisión, que parece no ser definitiva, se ha abierto un intenso debate y, nos atreveríamos a decir, una también intensa campaña en medios de comunicación de masas, con noticias sobre la gran prevalencia de depresión resistente al tratamiento en nuestro entorno, artículos sobre las terribles cifras de suicidios que tenemos e, incluso, algún que otro texto criticando al gobierno por no financiar este fármaco por ser demasiado caro. 

Para la opinión pública, nos tememos, va a ser fácil enlazar los puntos que los medios muestran (de una manera que recuerda campañas previas de concienciación ante algún trastorno simultáneamente a la aparición del nuevo fármaco que iba a solucionarlo, como vimos aquí), y se llegará a la conclusión de que, por ahorrar unos cuantos euros, al gobierno no le importa que la gente no se cure de depresiones terribles y no le preocupa evitar miles de suicidios. Sin embargo, como nosotros somos profesionales de la salud mental, vamos a intentar profundizar un poco más en el tema más allá de lo que nos plantea la prensa (o la publicidad del laboratorio fabricante, que de todo hay) y este es el objeto de este escrito.

El primer sitio donde buscar información sobre este fármaco es su ficha técnica, que tenemos disponible aquí. La indicación terapéutica de la esketamina (cuyo nombre comercial es Spravato) sería la siguiente:

"Spravato, en combinación con un ISRS o IRSN, está indicado en adultos con trastorno depresivo mayor resistente al tratamiento, que no han respondido al menos a dos tratamientos diferentes con antidepresivos en el episodio depresivo moderado o grave actual.

Spravato, administrado de forma conjunta con terapia antidepresiva oral, está indicado en adultos con un episodio de trastorno depresivo mayor de moderado a grave, como tratamiento agudo a corto plazo, para la rápida reducción de los síntomas depresivos, los cuales de acuerdo al criterio clínico constituyen una emergencia psiquiátrica."

El fármaco está aprobado por las agencia reguladoras americana, europea y británica. Lo que falta en España es el acuerdo para su financiación con el Ministerio que, como vimos, no lo ve oportuno en base a incertidumbres sobre su valor terapéutico y su elevado precio. Pese a esto, la actual legislación permite su empleo solicitándolo como medicación compasiva y nos consta que, al menos en nuestro entorno, ya se ha aplicado en alguna ocasión.

Estudiaremos primero la cuestión del valor terapéutico de la esketamina, así como su perfil de efectos adversos, tiempo habrá luego de hablar del precio. No hemos hecho aquí una revisión sistemática de la bibliografía, pero sí vamos a resumir los estudios que se recogen en la guía aprobada por la FDA, en alguna revisión sistemática disponible en castellano o, con gran detalle, en un documento de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH). También hemos incluido algún trabajo posterior a las citadas revisiones que creemos de interés. Los estudios son los siguientes.


  • El estudio NCT02418585 o TRANSFORM 2 fue un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego, controlado con placebo (un grupo estaba con esketamina más un antidepresivo y el otro grupo con placebo más un antidepresivo), de 4 semanas de duración, que obtuvo una mejoría de 4 puntos en la escala MADRS de depresión (lo cual fue estadísticamente significativo pero, tratándose de una escala que va de 0 a 60, no nos parece muy impresionante a nivel clínico). Se comparó también la proporción de pacientes que conseguían una disminución de más del 50% en la escala el día 2 y lo mantenían hasta el 28, pero no hubo aquí diferencia entre los dos grupos. En el grupo con esketamina y antidepresivo hubo un 69,3% de pacientes respondedores por un 52% en el grupo de placebo más antidepresivo (comentaremos que una diferencia del 17,3% tampoco nos parece espectacular). En cuanto a pacientes en remisión, fueron el 52,5% para el brazo de esketamina por un 31% para el brazo placebo, con una diferencia entre ellos de un no demasiado impresionante 21,5%. Se podría además señalar que el doble ciego es difícil de mantener en un fármaco que tiende a producir síntomas disociativos, ante los cuales quedaría roto el enmascaramiento tanto para paciente como para investigador, lo cual puede inducir un efecto placebo aumentado por la expectativa propia de saberse en el grupo experimental. En cuanto a efectos adversos y teniendo en cuenta que el estudio tuvo una duración de solo 4 semanas, no hubo evidencia clara de signos de abstinencia observados tras 1 o 2 semanas después del cese de tratamiento con esketamina ni hubo informes de abuso de sustancias o craving durante el seguimiento. No se observaron cambios clínicamente significativos en el ECG durante el estudio, ni síntomas o efectos adversos relacionados con psicosis. Los efectos adversos más frecuentes (más del 15% de pacientes) fueron náuseas, disociación, vértigo y mareos. Además y por señalarlo todo, como pueden comprobar en el enlace al artículo que publica el estudio, varios de los autores trabajan directamente para Janssen, la empresa que fabrica el producto. Lo cual no decimos que reste credibilidad, pero estarán de acuerdo con nosotros en que tampoco la suma.

  • El estudio NCT02493868 o SUSTAIN 1 fue un ensayo clínico aleatorizado y doble ciego. Se valoró tiempo hasta recaída en pacientes que previamente habían alcanzado remisión o respuesta con esketamina, a los que tras 16 semanas se aleatorizaba a suspensión y paso a placebo (al parecer de forma brusca con lo que podemos suponer que podría haber habido fenómenos de abstinencia por retirada) o mantenimiento. De los pacientes con esketamina recayó el 26,7% y de los pacientes con placebo recayó el 45,3%, es decir, tenemos una diferencia del 18,6%. De los pacientes que habían alcanzado respuesta estable, recayó el 25,8% en el grupo de esketamina y el 57,6% del grupo placebo, con una diferencia entre ellos de 31,8%. Si además tenemos en cuenta que parte de las recaídas en el grupo placebo podrían deberse a fenómenos de retirada brusca y no propiamente a recaídas del cuadro depresivo previo, los resultados podrían incluso ser peores. En su evaluación, la SEFH comenta que en uno de los centros participantes el porcentaje de recaídas en el grupo placebo fue del 100% y que sin este anómalo resultado, el conjunto del estudio no alcanzaría la significación estadística. En cuanto a los efectos adversos, los cinco más frecuentemente reportados entre los pacientes en el brazo de la esketamina fueron disgeusia, vértigo, disociación, somnolencia y mareo, todos ellos de carácter transitorio y la mayoría fueron leves o moderados. Se observó un aumento transitorio en la presión arterial tras la administración de la esketamina, apareciendo un pico en los niveles a los cuarenta minutos de la administración, que generalmente se resolvió a la hora y media. Los síntomas disociativos empezaron al poco tiempo de la administración de la esketamina, observándose el pico a los cuarenta minutos, y resolviéndose a la hora y media generalmente. Por último, en cuanto a la autoría, también varios de los autores son empleados de Janssen y diremos, como curiosidad que pueden comprobar en el enlace, que la declaración de conflictos de interés es más larga que el abstract del artículo.

  • El estudio NCT02417064 o TRANSFORM 1 fue un ensayo clínico a corto plazo con esketamina más un antidepresivo versus placebo más un antidepresivo. La variable primaria de eficacia fue el cambio en la puntuación de la MADRS en el día 28 con la dosis de 84 mg. No se obtuvo una diferencia estadísticamente significativa. Nos parece llamativo que, pese a ello, los autores (varios también empleados de la empresa fabricante) concluyen que este estudio proporciona evidencias que apoyan la eficacia de esketamina como un nuevo antidepresivo de acción rápida para pacientes con depresión resistente al tratamiento. Qué cosas. Efectos secundarios en el grupo de la esketamina con frecuencia superior al 10% fueron: náuseas, disociación, mareos, vértigos, hipoestesias y parestesias.

  • El estudio NCT02422186 o TRANSFORM 3 fue un ensayo clínico a corto plazo llevado a cabo en pacientes ≥ 65 años con esketamina más un antidepresivo comparado con placebo más un antidepresivo. No se obtuvo significación estadística para la variable principal del estudio. Se observaron en más del 10% de pacientes los siguientes efectos adversos: disociación, náuseas y mareos.

  • El estudio NCT02497287 o SUSTAIN 2 fue un ensayo abierto a largo plazo (52 semanas) sin brazo de placebo comparador (con lo que, en nuestra opinión, difícilmente se podrá decir nada acerca de la eficacia de la intervención). El objetivo principal fue evaluar la seguridad y tolerabilidad a largo plazo de la esketamina más un antidepresivo oral. Tras el estudio, se observó un perfil de efectos adversos consistente con el resto de los estudios, siendo los más frecuentes (todos ellos por encima del 10% de pacientes): mareos, disociación, náuseas, cefalea y somnolencia. El objetivo secundario fue evaluar a largo plazo la eficacia de este tratamiento. Según la puntuación total de la MADRS en el punto final el 76,5% consiguió la repuesta y el 58,2% de los pacientes obtuvo la remisión. Sin embargo y como hemos señalado, carecemos de grupo placebo para comparar.

  • El estudio NCT01998958 o SYNAPSE 1 fue un estudio en fase 2, doble ciego, aleatorizado y controlado con placebo. Las conclusiones de los autores fueron que el efecto antidepresivo fue rápido en comenzar y relacionado con la dosis. En cuanto a efectos secundarios, en el grupo de esketamina versus el de placebo se observaron los siguientes hallazgos: mareos (36% vs 3%), disociación (20% vs 3%) y hipoestesia oral (13% vs 0%).

  • El estudio NCT02133001 o SUI2001 fue un ensayo clínico doble ciego y aleatorizado que comparó esketamina versus placebo a 4 semanas en pacientes en inminente riesgo de suicidio (a diferencia de todos los estudios previos, que excluían a pacientes con ideación o antecedentes suicidas recientes). Se observó una mejoría significativamente mayor en la puntuación MADRS en el grupo de esketamina en comparación con el grupo de placebo a las 4 horas y a las 24 horas, pero no en el día 25. También se observó una mejoría significativamente mayor en el grupo de esketamina en la puntuación de pensamientos suicidas de la MADRS a las 4 horas, pero no a las 24 horas o en el día 25. Las reducciones entre grupos en el juicio global clínico de las puntuaciones de riesgo de suicidio no fueron estadísticamente diferentes en ningún momento. Los eventos adversos más comunes entre los participantes del grupo de esketamina fueron náuseas, mareos, vómitos, disociación, sabor desagradable y dolor de cabeza.

  • Analizamos conjuntamente, siguiendo la ficha de la FDA, los estudios NCT03039192 o ASPIRE I y NCT03097133 o ASPIRE II. Se trata de dos ensayos clínicos idénticos, a corto plazo (4 semanas), aleatorizados, doble ciego y controlados con placebo, en adultos con trastorno depresivo de moderado a grave que tenían pensamientos e intenciones suicidas activas. Todos los pacientes recibieron un tratamiento estándar de atención integral, incluida una hospitalización psiquiátrica inicial y un antidepresivo oral recién iniciado u optimizado. Después de completar el período de tratamiento de 4 semanas, el seguimiento continuó hasta el día 90. La medida de eficacia principal fue el cambio desde el inicio en la puntuación total MADRS a las 24 horas después de la primera dosis (día 2). En ambos estudios, esketamina demostró una superioridad estadística en la medida de eficacia primaria. La medida de eficacia secundaria fue el cambio en la puntuación de la Impresión clínica global de la gravedad del suicidio - Revisada (CGI-SS-r) 24 horas después de la primera dosis (día 2), que se utiliza para evaluar la gravedad actual de los pensamientos y comportamientos suicidas de un paciente. En ambos estudios, esketamina no demostró superioridad en comparación con el placebo.

  • El estudio NCT02918318 es un ensayo clínico aleatorizado en pacientes afectos de depresión resistente, en dos grupos, uno con esketamina más antidepresivo y otro con placebo más antidepresivo, en población japonesa adulta. Tanto en los pacientes aleatorizados a esketamina como a placebo, las puntuaciones totales de la MADRS disminuyeron desde el inicio hasta el día 28, lo que indica una mejoría en los síntomas depresivos; sin embargo, la diferencia entre los grupos de esketamina y placebo no fue estadísticamente significativa. Los eventos adversos del tratamiento más comunes en el grupo de esketamina (incidencias que oscilaron entre 12,3 y 41,0 %) fueron aumento de la presión arterial, disociación, mareos, somnolencia, náuseas, hipoestesia, vértigo y dolor de cabeza; la incidencia de cada uno de estos eventos fue más de dos veces mayor que la incidencia correspondiente en el grupo de placebo. La conclusión fue que no se estableció la eficacia de esketamina más antidepresivo oral en pacientes japoneses con depresión resistente al tratamiento.

  • En la revista Psychotherapy and Psychosomatics se publicó un artículo en 2021 titulado "Preocupaciones de seguridad posteriores a la comercialización con esketamina: un análisis de desproporcionalidad de informes espontáneos enviados al sistema de informes de eventos adversos de la FDA". El trabajo utiliza la base de datos del sistema de notificación de eventos adversos (FAERS) de la FDA (marzo de 2019 a marzo de 2020), y analiza los eventos adversos relacionados con la esketamina para detectar y caracterizar las señales de seguridad relevantes. Como resultado, se observa que la base de datos FAERS contenía 962 casos de efectos adversos relacionados con esketamina, con señales detectadas para varios efectos adversos, como disociación, sedación, sensación de embriaguez, ideación suicida y suicidio consumado. Las señales de ideación suicida y autolesiva, pero no de intento de suicidio ni de suicidio consumado, permanecieron cuando se comparó esketamina con venlafaxina. Las mujeres, por un lado, y los pacientes que recibieron polifarmacia antidepresiva, medicación concomitante con estabilizadores del estado de ánimo, antipsicóticos, benzodiazepinas o medicamentos somáticos, por otro, tenían más probabilidades de sufrir efectos adversos graves que no graves. Las conclusiones fueron que la esketamina puede tener un claro potencial de efectos adversos graves, lo que merece una aclaración urgente mediante estudios prospectivos adicionales.

  • En la revista British Journal of Psychiatry publicaron Horowitz y Moncrieff en 2021 un trabajo titulado "Esketamina: datos inciertos de seguridad y eficacia en la depresión", que revisa todo el tema. Señalan un punto importante de algunos de los estudios previos, que el punto de tiempo de 4 semanas implica que los datos son bastante poco informativos, ya que la depresión resistente al tratamiento generalmente se trata durante meses o años. Por otra parte, comentan que la convención de la FDA de solicitar dos estudios a corto plazo para aprobar la eficacia de un fármaco ya ha sido criticada porque permite a las empresas realizar tantos estudios como sean necesarios para generar dos estudios positivos. Sin embargo, incluso ese listón bajo se dejó caer en esta ocasión: en 2014, en conversaciones con Janssen, la FDA aceptó que un estudio de retirada podría usarse como uno de dos estudios positivos, "junto con un estudio de dosis fija a corto plazo con resultados estadísticamente muy persuasivos". Sin embargo, después de más reuniones con Janssen, esto más tarde se cambió a cualquier estudio a corto plazo en marzo de 2018. Muchos otros comentaristas y organismos nacionales de servicios de salud, incluido el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención (NICE, por sus siglas en inglés), han sacado conclusiones diferentes a las de la FDA y la Agencia Reguladora de Medicamentos y Productos para el Cuidado de la Salud y cuestionaron los datos sobre la seguridad y eficacia de la esketamina. En lo referente al suicidio, en el estudio de seguridad SUSTAIN 2, uno de cada siete pacientes desarrolló ideas suicidas "emergentes del tratamiento" y seis intentaron suicidarse en un grupo seleccionado por no ser activamente suicida. Así mismo, un número desproporcionado de suicidios han sido atribuidos a la esketamina en el primer año de su uso en EE.UU. Respecto a los efectos adversos, ponen el acento en que incluso con dosis semanales o quincenales, el 17 % de los pacientes en el estudio de seguridad SUSTAIN 2 a largo plazo demostraron síntomas que recuerdan a la "vejiga de ketamina", una complicación conocida y potencialmente grave del uso de ketamina. En cuanto a la retirada del fármaco y posible recaída, se sabe que la ketamina causa tolerancia, dependencia y abstinencia, y las dosis de esketamina empleadas en los estudios fueron similares a las dosis recreativas de ketamina. Se ha informado de que no han aparecido síntomas de abstinencia tras la retirada de esketamina, pero algunos de los efectos adversos descritos podrían en realidad ser fenómenos de abstinencia, tales como parestesias, diarrea o diaforesis. Aunque es difícil ser definitivo sobre la naturaleza de las experiencias que ocurren después de la interrupción del fármaco, la posibilidad de que los efectos de la abstinencia se hayan confundido con una recaída requiere consideración, ya que los efectos de la abstinencia se superponen con la mayoría de los elementos de la escala de depresión MADRS. El NICE concluyó que "cualquier efecto de abstinencia sería difícil de distinguir de un cambio en los síntomas depresivos". Otro punto importante que tocan los autores es que la ketamina, como algunos otros anestésicos, provoca un "subidón" placentero en algunos usuarios y reduce las puntuaciones de depresión en cuestión de horas, y no está claro cómo se pueden distinguir la euforia inducida por las drogas y los efectos antidepresivos. Se ha argumentado que es la persistencia del efecto lo que lo marca como "antidepresivo" pero, como se describió anteriormente, los ensayos de esketamina no confirman que ocurra un efecto clínicamente relevante. La conclusión de los autores es que la esketamina tiene un efecto clínicamente incierto y existen señales de seguridad preocupantes.


Siguiendo la evaluación de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, los ensayos clínicos sobre esketamina adolecen de ciertos problemas. En primer lugar, el tiempo de observación (habitualmente 4 semanas) es demasiado corto. Si el antidepresivo acompañante se ha iniciado al principio del estudio, no habrá tenido tiempo de alcanzar toda su efectividad. Para la SEFH, son imprescindibles comparaciones a más largo plazo, para verificar si realmente existe alguna aportación de esketamina sobre un tratamiento de base optimizado y ver si la posible ventaja que podría producirse en el primer mes se mantiene estable en el tiempo. Otros problemas son que la comparación fue en todos los ensayos y a efectos prácticos con placebo, y no frente a comparador activo y, por otra parte, que los tamaños muestrales son pequeños. Se señala también en este informe que (contrariamente a lo que suele publicitarse) la rápida respuesta al tratamiento no está firmemente demostrada. En el TRANSFORM 1, únicamente un 10% de los pacientes obtuvieron respuesta rápida; en el TRANSFORM 2 fue del 8% y similar a la del grupo placebo; en el TRANSFORM 3 no se proporcionaron los datos pero el cambio desde el estado basal parece similar hasta el día 22. Recalcan también que hay un riesgo para mantener el cegamiento en la aparición de fenómenos disociativos con la esketamina.

En lo referente a los efectos adversos, en los estudios realizados hasta la comercialización, las reacciones observadas con más frecuencia en pacientes con depresión resistente al tratamiento tratados con esketamina fueron los trastornos psiquiátricos y los relacionados con el sistema nervioso central: mareos (29%), náuseas (27%), disociación (26%), cefalea (20%), somnolencia (18%), vértigo (18%), disgeusia (17%), hipoestesia (11%) y vómitos (10%). 

Para la EMA, en su documento "Risk management plan", la esketamina se considera que tiene riesgo potencial de abuso y, debido a la posibilidad de sedación, síntomas disociativos e hipertensión, los pacientes deben ser monitorizados por un profesional sanitario en cada sesión de tratamiento, que deberá realizar una evaluación para determinar cuándo se considera que el paciente está clínicamente estable y puede abandonar el entorno de la monitorización (evidentemente, esto aumenta considerablemente los costes de administrar esta medicación). Los riesgos destacados en el informe son: estado disociativo transitorio y alteraciones de la percepción, distorsión de la conciencia, incremento de la presión arterial y riesgo de abuso. Con el uso a largo plazo se identifican como riesgos potenciales los trastornos cognitivos, el deterioro de la memoria y la cistitis intersticial. Se desconocen los riesgos asociados a su uso durante el embarazo. 

Habiendo visto varios estudios sobre eficacia y seguridad de la esketamina, así como comentarios amplios a los mismos, antes de tomar una posición sobre recomendar o no la prescripción de este psicofármaco, es imprescindible tener una idea del coste del mismo, para poder valorar adecuadamente su papel en un entorno sanitario, el cual, como no podría ser de otro modo, tiene recursos limitados y en el que hay que tener presente que cada euro gastado en una intervención ya no puede ser gastado en otra diferente, por lo que es muy importante una adecuada valoración de qué intervenciones son más útiles y cuáles lo son menos.

Un problema muy importante para calcular bien el coste de este tratamiento es que la esketamina no tiene precio en España todavía al no estar aprobada su financiación, por lo que hay que pedirla bajo uso compasivo. Evidentemente, cabe la posibilidad de que al comercializarse aquí sea mucho más barata (aunque también es posible que sea mucho más cara), pero de momento nos quedaremos con el precio en Estados Unidos. Allí (según datos del portal drugs.com) cuestan 723,25 dólares 2 sprays de 28 mg cada uno, o 1.080,12 dólares 3 sprays de 28 mg cada uno. Por lo tanto, la dosis de 28 mg costaría, de media, 360,8 dólares.

A partir de aquí, calculamos la dosis máxima en ficha técnica. Está claro que habrá pacientes que usen dosis más bajas (igual que habrá pacientes a los que se les prescriban dosis por encima de ficha técnica, como sucede con frecuencia). La dosis máxima en la ficha técnica de la EMA o en la documentación técnica de la FDA sería: de la semana 1 a la 4, dos veces por semana, siendo la primera dosis de 56 mg y las posteriores de 56 u 84 mg; de la semana 5 a la 8, una vez por semana, con dosis de 56 u 84 mg; y a partir de la semana 9 en adelante, una vez por semana o una vez cada dos semanas, con dosis de 56 u 84 mg. Según la ficha técnica, se recomienda mantener en la fase de mantenimiento la dosis que reciba el paciente al final de la fase de inducción. Hemos calculado el tratamiento durante 52 semanas para obtener el coste anual completo por paciente. El resultado de calcular el coste de las dosis máximas de esketamina en un paciente durante un año da una cifra de 60.253,6 dólares, lo cual convertido a euros (al cambio de 17 de febrero de 2022) da 52.975 euros.

Sin embargo, hay que señalar que el informe que hemos citado previamente de la SEFH sitúa el precio por dosis de 28 mg de esketamina en 240 euros, aunque comentan que esta cifra es información facilitada por el laboratorio Janssen-Cilag y que aún no se ha establecido ni publicado el precio financiado en España. Si tomamos estos 240 euros como dato correcto, el coste por paciente y año a dosis máximas se quedaría en unos tampoco demasiado asequibles 40.080 euros anuales. Un dato importante a tener en cuenta es que la esketamina no es un fármaco de administración domiciliaria, sino que debe ser proporcionado por personal especializado en un entorno sanitario, con el lógico incremento de costes que tal hecho supone, por lo que su precio real sería incluso superior a las cantidades previamente calculadas.

Tras toda esta información sobre estudios y datos de eficacia y seguridad, ¿qué podemos decir acerca de una evaluación global del fármaco? Veamos primero algunas de las evaluaciones que han sido realizadas por distintas organizaciones.

La CADTH canadiense recomienda la negativa a la financiación basándose principalmente en la falta de beneficio clínico estadísticamente consistente, las limitaciones de los ensayos clínicos, la ausencia de resultados relevantes para los pacientes, las dificultades para la generalización de los resultados a la población normal de uso y la incertidumbre acerca de beneficios y riesgos a largo plazo.

La NICE no recomienda el tratamiento con esketamina, comentando que la evidencia de los ensayos clínicos sugiere que es más efectiva que el placebo, pero no está claro cuánto lo es debido a la forma en que se llevaron a cabo dichos ensayos. El comité concluye que las estimaciones de costo-efectividad de la esketamina son mucho más altas de lo que NICE normalmente considera un uso costo-efectivo de los recursos del NHS (sistema nacional de salud británico).

El ICER considera que la evidencia es adecuada para demostrar los beneficios clínicos de la esketamina frente al placebo, pero manifiesta preocupaciones sobre los criterios utilizados para definir la depresión resistente al tratamiento y la falta de datos a más largo plazo sobre la seguridad y la eficacia de la esketamina. Afirma que el precio de esketamina requeriría un descuento del 25-52 % para alcanzar un precio de referencia basado en el valor justo, y el posible impacto presupuestario a corto plazo asociado con el tratamiento de la población de pacientes elegibles les lleva a emitir una alerta de acceso y asequibilidad. Recomiendan que los fabricantes y los investigadores realicen estudios que comparen directamente la esketamina y otras opciones de tratamiento utilizando protocolos de investigación estandarizados y resultados que reflejen lo que más les importa a los pacientes; esto permitiría una evaluación a largo plazo en el mundo real de la eficacia comparativa.

Por su parte, la SEFH, en cuya documentada evaluación nos hemos apoyado, incluye la esketamina en la guía farmacoterapéutica con recomendaciones específicas. Comenta que es difícil con los datos disponibles actualmente fijar el posicionamiento de esketamina en el tratamiento de la depresión resistente. Aunque ha mostrado eficacia asociada a antidepresivos frente a placebo más antidepresivos en pacientes menores de 65 años, se carece de datos para estimar si existirá beneficio clínico posicionándola tras la falta de respuesta a antidepresivos y a antidepresivos “potenciados”, por ejemplo, con antipsicóticos (olanzapina o quetiapina). La necesidad de administración en un entorno controlado, su desfavorable razón coste-eficacia incremental y elevado coste por AVAC (año de vida ajustado por calidad) y las incertidumbres acerca de su eficacia hacen difícil delimitar su posicionamiento. Afirma la SEFH que, dado que la progresión del tratamiento de la depresión resistente suele finalizar en la terapia electroconvulsiva (TEC), y que este tratamiento arrastra cierta carga negativa desde el punto de vista social, cabría plantearse en todo caso posicionar la esketamina nasal como paso previo a la TEC o cuando se precisa de un rápido inicio de acción en ausencia de riesgo de suicidio.

Como vimos al principio, la decisión del Ministerio de Sanidad ha sido no financiar por el momento la esketamina. En nuestra opinión, esta decisión es plenamente acertada, teniendo en cuenta todos los factores. Como profesionales sanitarios, somos hasta cierto punto gestores de los medios que la sanidad pública pone en nuestras manos (y financiamos entre todos) para aliviar a las personas que atendemos de sus padecimientos. La información disponible sugiere que la esketamina puede tener un efecto positivo en depresiones resistentes por encima del placebo pero, como se ha señalado ampliamente, persisten muchas dudas por problemas de los estudios (periodos de tiempo cortos, ausencia de comparadores, dificultades de enmascaramiento, etc.). Además, el tamaño del efecto parece mucho menos espectacular de lo que la publicidad del laboratorio quiere hacer ver: estamos hablando, en los estudios más favorables al fármaco, de unos 4 puntos en la escala MADRS, que varía entre 0 y 60. Se ha demostrado (en algunos ensayos clínicos, en otros no) la significación estadística, pero no queda claro a cuánto de significación clínica correspondería. Teniendo en cuenta los datos de algunos ensayos (concretamente el TRANSFORM 2), tenemos un NNT (número que es necesario tratar) de 6. Hay que administrar esketamina a 6 pacientes para que uno se beneficie. No decimos que esté mal, pero tampoco son cifras que parezcan justificar tanta fanfarria y alboroto como hay, que nos tememos que aún estamos muy lejos de la cura milagrosa de la depresión resistente que quieren vendernos.

De todas maneras, habrá quién piense, ¿y en casos de depresión resistente, tan graves, cómo no probar cualquier opción, sobre todo si tiene ciertos datos esperanzadores? Pues hay un motivo individual y otro social. El individual sería el riesgo de efectos adversos que no nos parece que esté totalmente aclarado. Más allá de efectos bien contrastados pero transitorios como disociación, náuseas o mareos, que a su vez exigen una monitorización estrecha por personal sanitario tras cada administración, hay otros más graves como la cistitis o el potencial de abuso y dependencia (no olvidemos que la ketamina, precursora de la esketamina, presenta estos riesgos). Muchos de los ensayos clínicos disponibles son seguimientos a corto plazo y puede que estos riesgos no hayan sido observados en toda su magnitud. No obstante, serían riesgos individuales que un paciente puede asumir para intentar mejorar de un cuadro clínico tan serio como una depresión resistente. El problema social nos preocupa casi más: cuánto nos costaría como sociedad una vez financiado el fármaco con dinero publico y, sobre todo, cuál sería el coste de oportunidad, es decir, todo el dinero que usaríamos en pagar la esketamina, ¿en qué tendríamos que dejar de gastarlo para disponer de él?

El coste de oportunidad se define como el coste de la alternativa a la que renunciamos cuando tomamos una determinada decisión, incluyendo los beneficios que podríamos haber obtenido de haber escogido la opción alternativa. Es decir, teniendo en cuenta los cálculos realizados antes, el tratamiento con esketamina a dosis máximas para un paciente en un año supondría, según el precio EEUU, más de 50.000 euros o, según el precio calculado por la SEFH, unos 40.000 euros. Supongamos que hay pacientes que no usan la dosis máxima (aunque en psiquiatría cada vez es más habitual que los fármacos -sobre todo los más novedosos- se usen muy cerca de su dosis máximas o incluso más allá de ellas con frecuencia), el coste a la dosis más baja según la SEFH sería de casi 10.000 euros al año. A este coste directo habría que sumar el correspondiente al personal y medios necesarios para administrar la esketamina, que requiere un entorno sanitario y una vigilancia posterior por personal especializado de unas dos horas aproximadamente, Todo eso tenemos que pagarlo también. Hagamos una media de dosis y precios y supongamos que, entre dosis mínimas (10.000 euros anuales) y máximas (40.000 euros anuales tirando por lo bajo) cada paciente nos cuesta anualmente unos 25.000 euros (10.000 + 40.000 / 2).

Para poner estas cifras un poco en perspectiva, el sueldo bruto (la base más todos los complementos menos guardias, todo ello antes de impuestos) de un facultativo especialista en el Servicio Canario de Salud asciende aproximadamente a unos 50.000 euros anuales. Recurriendo a este ejemplo del coste de un facultativo especialista en psiquiatría o psicología (una enfermera especialista tiene incluso un coste menor), podemos comprobar que por cada dos pacientes en tratamiento con esketamina gastaríamos dinero suficiente para contratar un facultativo durante todo ese año. Sería muy interesante saber cuál es el margen de beneficios de Janssen en toda esta operación, pero ese dato no está disponible y nos quedaremos con las ganas de saberlo.

El problema de este coste es claro. Imaginen una unidad de esketamina (como ya se está planteando en algunos sitios). Evidentemente, no se monta una unidad clínica así para dar tratamiento a dos pacientes al año. Ignoramos cuál sería el número de personas tratadas al año: ¿100?, ¿50? Hagamos una estimación conservadora e imaginemos unos 20 pacientes al año. Si a dosis medias, el tratamiento de cada uno cuesta unos 25.000 euros, habríamos empleado en estas 20 personas unos 500.000 euros. Si el presupuesto del servicio público de salud del que se trate no aumenta en dicho año, habría que ahorrar de otros sitios ese medio millón, por ejemplo, prescindiendo de diez facultativos. Por suerte, no creo que ningún directivo o gestor se plantee semejante reducción (y menos con la escasez crónica de personal que arrastramos en el sistema nacional de salud), lo que significa que aumentaría el presupuesto sanitario, lo cual no es mala noticia (siempre que eso saliera de, por ejemplo, impuestos a grandes fortunas o grandes empresas y no de recortar en educación, también por poner otro ejemplo). Ahora, nos preguntamos nosotros, si se consigue ese aumento del presupuesto sanitario, esos 500.000 euros en nuestro cálculo de antes. ¿Qué sería más útil para las personas que atendemos? ¿Esketamina para 20 personas? Recuerden que según las cifras de los ensayos clínicos, el NNT para respuesta es de 6, es decir, tratando a 20 alcanzarán respuesta 3 ó 4 personas. ¿No sería tal vez más útil contratar a 10 profesionales o más si se trata de enfermeras? ¿Se imaginan la contratación de 10 profesionales cada año? (eso en lugar de pagar la esketamina a 20 pacientes; si fueran 40, serían 20 profesionales y así sucesivamente...). ¿Se imaginan lo que eso influiría en la calidad de la atención en las consultas de salud mental, que serían mucho más frecuentes, con posibilidad de atención domiciliaria, con posibilidad de hospitalización a domicilio...? ¿Se imaginan los recursos humanos o materiales para rehabilitación y recuperación, para seguimientos estrechos, para investigación y docencia? Qué quieren que les digamos. No se trata de que la esketamina sea cara o barata, sino de que -aparte de las dudas comentadas sobre eficacia y seguridad- a ese coste o a un coste similar, sería tanto y tan bueno lo que dejaríamos de poder hacer para pagarla que no creemos que mereciera la pena de ninguna manera.

Pero preparémonos para una intensa campaña de Janssen en busca de la financiación para su fármaco. No solo los medios habituales de influencia en los profesionales prescriptores a través de los viajes formativos a congresos por toda la geografía nacional (fue verdaderamente llamativo cómo volvieron estas actividades entre ola y ola del covid) y parte del extranjero, así como cursos pagados, libros caros y comidas y cenas sin duda científicas del aperitivo a los postres. Además del habitual intento (quién sabe si exitoso o no) de soborno a los profesionales, ya estamos asistiendo a una intensa campaña mediática en prensa generalista en la que, de momento, La Razón está siendo una muestra clara. Nos traen un titular realmente desgarrador: "Sanidad deja sin espray a los enfermos con depresión. El Ministerio alega razones de coste-efectividad para no financiar un medicamento eficaz. ¿Cuánto cuesta una vida?" Este es el nivel: ni un dato sobre las dudas en eficacia o seguridad, ni una referencia al coste de oportunidad que mencionábamos antes, se hace una comparación rápida sobre los fármacos contra la hepatitis (que han demostrado mucha mayor eficacia y que además no son tratamientos crónicos), se simplifica el preocupante y complejo tema de los suicidios y listos. La campaña va a aparecer -ya lo está haciendo- tanto en medios profesionales como generales y, como es costumbre, con pocos datos y mucha manipulación. No obstante, como profesionales sanitarios debemos valorar el fármaco objetivamente, con arreglo a los datos de eficacia y seguridad y evaluar su coste en relación con lo que dejaríamos de gastar en otras cosas, que igual son más necesarias o más útiles. Y, a ser posible, manteniéndonos alejados de la propaganda comercial de los anunciantes de Janssen, por mucho que nos la quieran presentar como si fuera información científica. Como profesionales sanitarios y en la era de la información, tenemos que ser capaces (nosotros lo estamos intentando en el presente trabajo) de reunir los datos por nosotros mismos y mantenernos independientes de informaciones sesgadas.

Hay una cuestión que no querríamos dejar de comentar antes de acabar. Como señalaban en su artículo Horowitz y Moncrieff: "La ketamina, como algunos otros anestésicos, provoca un "subidón" placentero en algunos usuarios y reduce las puntuaciones de depresión en cuestión de horas, y no está claro cómo se pueden distinguir la euforia inducida por las drogas y los efectos antidepresivos". Es decir, estamos administrando una sustancia psicoactiva que provoca euforia en pacientes con depresión. Sabiendo que la diferencia entre drogas ilegales y fármacos legales no tiene sentido a nivel de efectos en el sistema nervioso central, estamos en un camino que, de la misma manera, podría justificar el empleo de alcohol para tratar la timidez (algo que ocurre de forma habitual, pero no bajo recomendación médica, claro) o el uso de cannabis para el insomnio... Nos preguntamos si la mejora en esos puntos en depresión justifica el riesgo de adicción a la sustancia y cuál sería la diferencia con las personas que se vuelven adictas a sustancias psicoactivas ilegales buscando también de inicio determinados efectos euforizantes o relajantes. No se trata de rechazar un fármaco porque pueda considerarse sustancia de abuso (eso mismo ocurre, sin ir más lejos, con las benzodiacepinas) pero tampoco mirar para otro lado ante el hecho de que la ketamina (y su derivado la esketamina) es una sustancia adictiva que actúa provocando determinados efectos en el sistema nervioso central y con la que hay que tener cuidado. Ya está en camino el alucinógeno psilocibina en busca de convertirse en otro nuevo antidepresivo.

En fin, que está claro que la polémica está servida y creemos haber dejado bastantes datos con los que abordarla, se esté o no de acuerdo con nuestras conclusiones particulares. Lo que sí querríamos es que este debate y cuál deba ser la posición de los profesionales de la psiquiatría ante este fármaco y su prescripción dependa de la revisión de los datos científicos, de la obtención de más información si no hay suficiente, de la valoración de todos los aspectos, que no son pocos. Pero deberíamos dejar fuera las presiones de la industria, la presión del laboratorio, ya sea a través de la visita médica, los sobornos más o menos disfrazados de ayudas a la formación, las campañas en prensa, etc., etc. No tenemos muchas esperanzas en este sentido, pero nos gustaría imaginarnos una psiquiatría que, tanto en este tema como en otros, no estuviese bajo los dictados de la industria farmacéutica.