Como sabrán, estamos ante uno de los gobiernos más progresistas de nuestra historia (es que hay que ver qué historia hemos tenido, la verdad) y, dentro de él, el Ministerio de Sanidad es una de las carteras que gestiona el grupo político (o lo que sea) de Sumar. Una de las medidas de este ministerio, al que creemos acertado en los primeros anuncios de medidas que está haciendo, ha sido crear un Comisionado de Salud Mental y nombrar como directora del mismo a la psiquiatra Belén González. En palabras de la ministra Mónica García, este Comisionado es "una herramienta pionera para abordar la epidemia de sufrimiento psíquico prestando atención a los malestares sociales que hacen que la vida duela". No podríamos estar más de acuerdo.
Aquí pueden ver su acto de presentación:
Y resulta que esto no ha gustado a algunos de los psiquiatras españoles, como por ejemplo al Dr. Celso Arango, como pueden leer aquí:
"Los peligrosos mensajes en salud mental que permiten desde Sanidad y que enfadan a los psiquiatras":
Lo primero a señalar es la mala costumbre que tiene alguna prensa en considerar al Dr. Arango o a la Sociedad Española de Psiquiatría como "los psiquiatras" o "la psiquiatría española", como si no hubiera otras voces, como la nuestra propia o la de muchos socios y socias de la Asociación Española de Neuropsiquiatría, que para nada estamos de acuerdo con las críticas del Dr. Arango y algunos de sus colegas, y sí esperanzados con que el rumbo que parece estar trazando el ministerio en lo referente a la salud mental nos lleve a tratamientos más racionales, a menor abuso de psicofármacos, a más atención a los determinantes sociales del malestar que sufrimos y a menor psiquiatrización y psicologización del mismo, etc.
Pero esto no es un debate, como algunos interesadamente intentan presentar, entre la Psiquiatría Científica (así, con mayúsculas, que impresiona más) y un grupo de hippies irredentos que han tomado el ministerio en lo que España termina de romperse.
Esto, en realidad, es un debate entre algunos psiquiatras muy cercanos a la extrema derecha, como este acto dejó meridianamente claro: https://efe.com/espana/2023-03-10/psiquiatras-ley-trans-vox-monstruosidad/ y otros psiquiatras (y más profesionales) cercanos a lo que queda de izquierda en este país (que tampoco es mucho, pero es lo que hay).
No es un debate entre Ciencia y Disparate, como se intenta vender, sino entre distintas visiones de la psiquiatría y la salud mental.
Y por poner un poco más de luz en ese debate, no dejaremos de señalar lo que creemos que es un punto clave del mismo: los conflictos de interés con la industria farmacéutica que tiene la Sociedad Española de Psiquiatría (no así la AEN, que es independiente de la industria farmacéutica desde hace años) y el propio Dr. Arango. Esto no es ilegal, pero es un dato interesante (y, en nuestra opinión, no muy ético, pero eso ya es cosa nuestra).
Aquí pueden ver una muestra de esos conflictos de interés declarados por el Dr. Arango en algunas de sus publicaciones:
Prof Arango has been a consultant to or has received honoraria or grants from Acadia, Angelini, Gedeon Richter, Janssen Cilag, Lundbeck, Otsuka, Roche, Sage, Servier, Shire, Schering Plough, Sumitomo Dainippon Pharma, Sunovion and Takeda.
Celso Arango has been a consultant to or has received honoraria or grants from Acadia, Angelini, Gedeon Richter, Janssen Cilag, LivaNova, Lundbeck, Otsuka, Roche, Sage, Servier, Shire, Schering Plough, Sumitomo Dainippon Pharma, Sunovion and Takeda.
Por último, gran parte del ataque al ministerio se centraba en una defensa acérrima de los psicofármacos, rechazando la crítica que se hace a veces acerca de su eficacia, menor de lo que algunos pregonan, y sus riesgos, que están mucho más presentes de lo que los profesionales con conflictos de interés suelen percibir.
Les dejamos varias entradas previas de nuestro blog donde hemos recogido muchos trabajos científicos que ponen de manifiesto esos problemas de eficacia y seguridad sobre los psicofármacos que empleamos y que el Dr. Arango y otros parecen no querer ver:
Me decepciona que profesionales como vosotros, que por lo general sois rigurosos a la hora de valorar las diversas opciones terapéuticas en base a la evidencia científica disponible, dejando al margen prejuicios ideológicos; incurráis ahora en la falacia de asimilar un posicionamiento profesional contrario a las terapias de afirmación para los trastornos de identidad de género, a una ideología política determinada. Creo que somos muchos los profesionales de la salud mental que, desde trasfondos ideológicos de lo más diverso, rechazamos por falta de evidencia el que las terapias afirmativas se postulen como única opción válida para el abordaje de estos trastornos. Por otra parte, me parece sumamente tendencioso que os refiráis a Vox como un partido de "extrema derecha" y sin embargo no hagáis lo mismo con Sumar y los tildéis a ellos de "extrema izquierda", dado que tan al extremo del arco parlamentario están los unos como los otros, más allá de las filias o fobias políticas personales que cada uno pueda tener. Creo que lo razonable sería criticar los argumentos que den los unos o los otros y evitar falacias ad hominem.
ResponderEliminarLo primero quiero decir que todo lo que viene a continuación lo digo desde el respeto aunque se trate de discrepar en múltiples puntos. Quede dicho también que mis conflictos de interés son: 1) ser lector gustoso del libro "Postpsiquiatría"; 2) ser actualmente socio y miembro de pleno derecho: de la AEN, de la SEPD, de la SEPC, de la SEPSM (antigua SEP), y ser tanto socio como el actual Vocal de Psiquiatría Legal y Humanización de la Sociedad Española de Residentes de Psiquiatría (una escisión de los MIR de la SEPSM, nuestra sociedad madre de la que nos independizamos en todo nuestro funcionamiento interno y todo posicionamiento público); 3) que fui residente de psiquiatría y tuve al propio Celso Arango de tutor (y no oculto la amistad personal que puedo tenerle de aquella etapa, justo a los inicios del COVID); 4) que he sido 4 años médico residente de Psiquiatría en dos hospitales distintos y que renuncié antes de terminar la residencia por entrar en conflicto con mi convicción personal y primar mi compromiso con la humanización (que ya siendo residente del Dr. Arango mostraba sin tapujos, siendo el único MIR que participó en la creación de la Unidad Abierta de Hospitalización, ya que yo me formé en la carrera en una y tenía experiencia en otras formas no coercitivas de asistencia, lo cual no gustó a la mayoría de psiquiatras, Celso sí me apoyó en ello sin embargo); 5) actualmente soy solo un médico general con su consulta propia de Salud Mental y estudiante del máster de estudios LGBTQ+ de la UCM y (espero) futuro doctorando de filosofía, no habiendo sido en toda mi carrera profesional ni directa ni indirectamente emolumento o retribución en especie de ningún tipo procedente de alguna empresa o institución con ánimo de lucro; 6) por último, soy gay (maricón para ser exactos), TEA/Asperger (cosa que ignoré hasta ya muy mayor, cuando mis primeros amigos me decían Sheldon) y tengo desde hace pocos años un trastorno bipolar tipo 2 diagnosticado este último año a raíz de la sospecha tras verme semanalmente 2 años mi psicoterapeuta (Luis Valenciano, experto en terapia basada en la transferencia) que me derivó a un psiquiatra independiente privado (jubilado, antes jefe de servicio de otro hospital y de orientación poco biologicista precisamente), quien me pautó el litio en monoterapia, fármaco al cual debo literalmente conservar la vida y tener todavía una familia que casi pierdo por pasarme estos 4 años dedicado a vagar por "especialistas" con escaso conocimiento de la medicina en general y por tanto de la psiquiatría, en tanto rama de esta disciplina (no de la psicología, no psicoanálisis, no sociología, no politología, no filosofía... en resumen, no de vocaciones frustradas de juventud, que son un gran conflicto de interés que debían haber reconocido para no acudir a ellos). También colaboro con ONGs dedicadas a consumo de drogas, chemsex, LGTB seropositivo, trabajadores sexuales... y que por respeto a estas no menciono sus nombres.
ResponderEliminar
ResponderEliminarEn la redacción de mi conflicto de interés creo que adelanto gran parte de la esencia de la crítica que quería hacer: Celso Arango es psiquiatra, y habla de lo que sabe, únicamente de psiquiatría. Los "malestares" psicológicos y sociales no son enfermedades mentales o psiquiátricas ni deben ser equiparados a estas. La "locura" sigue existiendo, con otra taxonomía y una eufemística que puede hacer pensar equivocadamente que la "depresión" de verdad es una entidad, y que una depresión bipolar y un adaptativo con síntomas depresivos son ambos tratables con lo mismo (sea un fármaco, sea un psicólogo). Uno es una enfermedad médica, otro una reacción vivencial lógica al estrés. Medicar al segundo es indecente (y nunca he oído a Arango defender tales postulados reduccionistas, pues su biologicismo es innegable, pero su supuesto reduccionismo una simple invención de terceros); y no medicar al primero de los depresivos no es indecente, es delictivo, pues un médico no debe jugar con las vidas de sus pacientes por apuestas ideológicas con sus contrincantes. Con esto no defiendo todo lo que hace o dice Celso Arango; ni pretendo criticar la totalidad del artículo o la esencia más positiva del mensaje que porta. Pero sí afirmo que ni la antigua SEP representa el Mal ni la AEN está formada por gente carente de intereses conflictivos. Se que esta posición antimaniquea no es popular, pero si me inspira un pensador es Foucault, de quien Chomsky dijo "no haber conocido a persona más inmoral en su vida" tras debatir con él (en Youtube está ese famoso debate). Si algo soy es Nietzscheano, también en mi crítica a la psiquiatría, incluso cuando se la critica.